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lunes, 31 de diciembre de 2018

TIEMPO


TIEMPO


Tiempo: aleja hacia desconocidas galaxias la pena que me atormenta el alma para que mi amada no sepa que sufro por ella. Necesito tanto su presencia física que llena de regocijo mi corazón de poeta enamorado!
Tiempo: lleva rápidamente mis lágrimas al mar para que se confunda con sus aguas y mi amada no sepa que lloro por ella  ¡La añoro tanto!
Tiempo: Devuélvete justo al momento en que conocí a mi amada, que tanta felicidad me ha ofrendado.
Tiempo: Acelera tu paso para que más pronto regrese mi amada a llenar el vacío yacente en nuestro lecho desde hace un milenio.
Tiempo: Borra de mi rostro toda huella de sufrimiento por la ausencia de mi amada para que a su regreso la luz de lo prodigioso la deslumbre de amor.
Tiempo: Devuélveme la juventud que me robaste, sin resistencia y sin conciencia de haberla perdido, para que mi amada no vea las arrugas que me dejaste a cambio de lo sustraído, ni la melancolía que consume cada tuétano de mis huesos,  y vea en mí la lozanía que tuve hace milenios.
Tiempo: Llévate bien lejos -a otra dimensióm- mi miseria y transfórmame en un opulento personaje para complacer todos los caprichos de mi amada, por más inverosímiles que sean.
Tiempo: Hazme un poeta de florida y agradable obra para leerle a mi amada mis versos y transportarla en alas de la imaginación a exquisitos parajes y no fastidiarla más con peroratas impertinentes.







MELANCOLÍA


MELANCOLÍA


Estoy enfermo de tu ausencia, amada, y la sonrisa que de mi rostro asoma a borbotones, cual de los volcanes la lava, cual de la botella la champaña o cual de la catarata el agua indomable, no transmite alegría.
Es esta sonrisa, amada, una máscara para disfrazar mi honda pena, ese filoso puñal que lacera, inclemente, mi debilucha carne, incapaz ya de resistir un dolor que sólo la esperanza de tu regreso, después de un milenio poético, lo mitiga. Y por eso río a carcajadas en lo alto de una montaña prodigiosa e imaginaria para oír el eco de esa risa. Y regocijarme. Y sentirte a mi lado observando el paso raudo de las aves hacia sus nidos.
¡Oh, melancolía que me devora el alma! ¡Oh, melancolía compañera de mis penas que sólo tu amor cura, amada!
¿Alejarás de mi pobre alma esa melancolía que me devora lentamente con calculada perversidad?




domingo, 30 de diciembre de 2018

SECRETUD


SECRETUD

Nuestro amor es tan secreto,  bien mío, que permanece resguardado en la caja fuerte de la covacha de sueños que me sirve de morada y que tú, cuando necesitas sentirme en ti, visitas envuelta en un traje de pobre para no herir mi humildad.
            Algunas veces, bien mío, -¿recuerdas?- tú olvidas la clave de ingreso a la impenetrable caja fuerte y el manto de la tristeza se asoma, con timidez campesina, a tu rostro sutil.
            Y mi rostro todo, bien mío, se ilumina de jocosa risa.
            Y tú, bien mío, te haces la enfadada para que yo te colme de mimos.
            Y yo, bien mío, hago como que no noto tu lucha contra el olvido.
            Y tú, bien mío, rendida, agotada, triste, sollozante, me dices con esa vocecilla tuya tan mirífica, tan romántica, tan sonora:
            -Olvidé la clave de la caja fuerte donde, primorosamente,  guardamos el tesoro de  nuestro amor, ¿Me la recuerdas?
            Y yo te susurro, al oído,  la clave.
            Y tú, brillantes los ojos de felicidad, tomas el cofrecito.
            Y me muestras su contenido al abrirlo alborozada.
           Y disfrutamos de tanto amor.
            Amor tuyo y mío. que nos prodiga vida.
            Amor tuyo y mío que nos prodiga fuerza para luchar contra la adversidad.
            Amor tuyo y mío, real y virtual.

PERDONAR


PERDONAR
                                                        A Doña Luisa Cordero

“¡Cómo puedo yo orar
enojado con mi hermano!
Dios no escucha la oración
si no me he reconciliado”.
Anónimo

Cansado, amada, de orar y de ofrendarle mis más bellos y sinceros cánticos al Omnisciente Arquitecto Universal, en la búsqueda del divino consuelo para mis penas y tribulaciones que ya mi débil humanidad no estaba en capacidad de resistir, por su extrema severidad y mi indefensión.
Me trasladé esperanzado, amor de siempre, alimento nutricio de mi bienhadada inspiración, trasladarme, hasta el salón que en mi añejo castillo de sueños alberga al espejo mágico que da respuesta certera a mis interrogantes y a las tuyas, para preguntarle, vueltos añicos mis nervios, el porqué mis plegarias, cánticos y oraciones no llegaban hasta el celeste trono del Señor que mueve todo lo que tiene vida en el universo y le imprime movilidad a las cosas que carecen de ella.
-Poeta, que es como me denomina el espejo mágico, Dios no te escucha porque tu corazón, residencia de todos los sentimientos humanos, está rebosado de rencores y animosidad hacia tus semejantes.
-¿Qué debo hacer, entonces, riposté con franciscana humildad, para que Dios escuche mis oraciones, cánticos y plegarias para que  mi cuerpo y espíritu accedan a la santidad divina que les devolverán la normalidad a la cual tiene derecho por obra y gracia de su voluntad desde el momento de nacer?
-La repuesta es obvia, respondió: Haz votos de  perdón, empezando por fi, y continúas con tus enemigos, los conocidos y los encubiertos, que son los más peligrosos y perversos, pues  bien explícito lo reza el proverbio “Del agua mansa líbrame Dios que de la brava me libro yo”.
Seguí los consejos del espejo mágico, amada mía, y me di a la tarea de perdonar a todos mis enemigos y a mí, que fue lo más difícil, y la normalidad retornó a mi alma y a mi cuerpo para instalarse definitivamente en ellos.


sábado, 29 de diciembre de 2018

SEGUIRÉ


SEGUIRÉ

Está escrito en el invisible libro de mi vida, amada, que para llegar a la cumbre de una escabrosa montaña debo luchar, hasta lograrlo, con todos los obstáculos que encuentre, y si mil veces me resbalo y caigo desplomado al sitio de partida, descansaré brevemente y seguiré adelante, sin mirar hacia atrás.
            Y como premio a mi perseverancia,  recibiré el encanto de tu amor porque tú estarás en la cima esperándome para alabar juntos la belleza del paisaje y la cercanía engañosa  del cielo.
            Está escrito en el libro de mi vida que venceré con paciencia jobiana y sencillez franciscana a las desérticas y candentes arenas del desierto y las terribles distancias hasta llegar al oasis edénico donde estarás tú, amor, para saciar mi sed con el agua purísima de manantial, para apagar mi hambre con los dátiles que has guardado primorosamente para mí y sanar con tus caricias múltiples a mi agotado cuerpo.
            Y seguiré.
            Y seguiré venciendo retos que me hagan digno de tu amor.
            Y nos amaremos en la vida y más allá de la vida.
            Porque nuestro amor está bendecido con el don de la eternidad.





OTRO


OTRO



La magia de tu palabra, sencilla como el pétalo de una flor, el vuelo de un colibrí y la cristalina y madrugadora gota de rocío, obró en lo más íntimo de mi ser el inesperado  milagro de la transformación en otra persona, totalmente distinta a la que había sido hasta el inolvidable momento de tu llegada e incorporación por siempre, a mi vida, entonces simple y reducida a lo elemental.
Tu palabra, amada, convincente y firme como la añosa roca y el enhiesto y centenario árbol, no obró el milagro de mi conversión elevando su tonalidad para persuadirme, sino manifestándose natural y despojándose de todo cuanto perturban su particular grandiosidad y elocuencia.
Desde entonces, bondadosa hada del mundo multicolor y fascinante de mis sueños, que quisiera interminables, dejé de usar mi deslucido traje gris y mis roídas sandalias de impenitente con los cuales recorrí desconocidas rutas que me condujeron, exhausto, a aldeas, pueblos y ciudades cuyos nombres olvidé raudamente para evitar el sufrimiento de la nostalgia.
Tú, amada, dechado de virtudes propias, con tu singular sapiencia y el prodigio de tu verbo, me convertiste en otro sin que dejara de ser yo.

                      



viernes, 28 de diciembre de 2018

IMPAVIDEZ


IMPAVIDEZ

Mis ojos se deleitan cuando engalanas tu cuerpo, cual princesa encantada, con un traje de tu tul, color azul.
Mis ojos se envalentonan cuando percibo en tu prodigiosa sonrisa
la levedad de la brisa.
Mis ojos se tornan brillantes cuando luces en tu cuello la garantilla incrustada de diamantes.
Mis ojos acrecientan su capacidad de ver cuando jugueteas en el edénico vergel.
Mis ojos se entristecen cuando las luces del crepúsculo fenecen.
Mis ojos transmiten su dulzura cuando te desean con locura.
Mis ojos, pobrecitos, expresan  su avidez, cuando contemplan tu desnudez.


RUTH


RUTH
Mis cereales, amada, ya estaban maduros y listos para ser cosechados, luego de haberlos cuidado con particular y especial esmero. Era la primera vez que recibía de la tierra el fruto de mi trabajo y por tal razón sentía una felicidad que nunca, hasta entonces, había experimentado. Contraté hombres y mujeres pan segar las mieses y al final de la jornada, que fue extenuante, porque los rayos solares herían a mansalva la piel de los recolectores, todos curtidos en tales menesteres agrícolas, celebramos con vino y exquisitos manjares hasta caer, embriagados, al recubierto suelo de espigas en cuyo seno yacían los granos de trigo que en un proceso posterior irían a la trilla para su liberación y estar en condiciones de ser llevados al molino que los convertiría en harina, materia prima del pan, fuente nutricia de la vida.
Recordé, amada, a Ruth la moabita y comparé esta escena imaginaria con la que describe la Biblia en el Viejo Testamento y hallé semejanzas en ambas. Ruth, personaje en quien admiré su valentía y su audacia romántica para enfrentarse a su destino, dictado por la costumbre de la época, de convertirse, viuda, en mujer de Booz, su cuñado, eras tú, y Booz, el dueño del trigo maduro, era yo.


jueves, 27 de diciembre de 2018

ARTISTA


ARTISTA

   
Si en vez de mandadero, niña mía, hubiera sido pintor, habrías sido mi modelo única al plasmar en un lienzo tu belleza sublime con la Naturaleza al fondo, el río, el jardín, la luna, el sol, el mar o un cocotero.
Si en vez de obrero petrolero, niña soñada, hubiera sido escultor, habría tallado en piedra, en madera o en metal tu soberbia belleza para exponer mi obra estatuaria en los más afamados museos del mundo.
Y todos te admirarían.
Y todos los críticos de arte me alabarían.
Si en vez de policía, niña encantadora, hubiera sido orfebre, lucirías en tus delicadas orejas, en tu cuello de orgulloso cisne, en tu frente que acaricio con ternura y en tus finos dedos que han recorrido en viaje romántico cada porción de mi cuerpo, diademas, anillos, collares y zarcillos de joyas preciosas que todas las mujeres envidiarían.
Si en vez de periodista, niña mimada, hubiera sido artista musical, habría escrito para ti las canciones más hermosas que tú cantarías con tu exquisita voz.
¡Soñar es gratis, niña bella, soñemos juntos!



lunes, 24 de diciembre de 2018

PRODIGIO II


PRODIGIO II

Un beso tuyo, niña mía, en los labios, en la mejilla o en la sien, aunque a distancia, aleja de mi avejentado cuerpo la tristeza más grande que me embargue, la dolencia más fuerte que me aqueje y la necesidad de amor que me acongoje.
Una sonrisa tuya, niña mía, presencial o virtual, me hace sentir, en cada porción de mi cansado cuerpo,  el poder prodigioso del amor, capaz de vencer una tormenta, un huracán e insuflarle vida a una piedra.
El roce de tus delicadas manos, por mi frente, niña mía, cuando el fuego de la fiebre me hace delirar y el dolor de mi encanecida cabeza me atormenta y me hace sufrir a niveles insoportable, opera el prodigio de la sanidad.
Tu mimosidad, niña mía, cuando mi inspiración se amotina y no quiere derramar sobre el papel blanco cual mi mente las palabras perfectas que les proporcionen vida al poema, al cuento o a la epístola, vencen los obstáculos que los mantienen prisioneros y emanan prodigiosos textos a caudales.
¡Prodigiosa niña primaveral que iluminas mi ocaso!








MARÍA


MARÍA


El nombre de María amada, tiene especial connotación para mí, barco a la deriva, árbol debilitado por el paso de los años, flor marchita, numen sin poeta que lo vitalice  y lo libere de sus cadenas.
María, la madre del Hijo del Hombre, me asombra por  su capacidad de transmutación y apariciones, bajo diversos nombres, en diferentes lugares de la tierra, para propagar la fe cristiana. En ella veo reflejada a todas las madres del mundo por la fortaleza conque revistió su grácil   cuerpo para resistir el dolor del hijo muerto en la cruz.
María, idealizada por Jorge Isaacs en su inmortal novela homónima, fue en mi candorosa infancia campesina un  ser real cuyo romance  platónico con su primo Efraín me deleitó hasta el éxtasis y cuya temprana muerte arrancó tiernas y abundantes lágrimas a mis ojos,  entones en la plenitud de su vitalidad, Yo me iba, amada, a un secreto lugar del fondo de ni casa a leer aMaría y a soñar con ella, ignorante de la importancia de la novela en la literatura romántica. Todavía, amada, María acompaña mis sueños y la lectura de la genial obra me deleita con la misma fuerza de mis años primeros, cuando carecía de espíritu crítico para juzgarla. Ya conocí, amada, la hacienda El Paraíso, donde Jorge Isaacs situó el desarrollo de la novela y quedé extasiado de tanta belleza. Estuve en la alcoba de Efraín y en la de María y en el estudio donde éste le enseñaba a su amada y a su hermana Emma rudimentos de historia, geografía y aritmética y les leía la novela Atala, de René de Chautebriand.
María seguirá siendo para mí, amada,  la representación auténtica del ideal romántico llevado a extremo exponencial. Y si es cierto que muere victima de epilepsia, enfermedad para le época incurable y de moda, basta releer por enésima vez el libro para imprimirle vida, ya que tiene la prodigiosa capacidad da resurgir de entre sus páginas en cada lectura. ¡María permanece imperturbable, por su divinidad, ante el paso avasallador y destructor del tiempo!
María, la hermanita del Divino Sacramento, candorosa como une niña y tierna como la sinfonía que nos regala el ruiseñor, irradió de luz mi adolescencia de lector desordenado. ¡Cómo disfruté amada, la ingenua reacción de Sor María ente la presencia del amor, no el divino, sino el humano, en un mal pensamiento que atribuyó al diablo!  Sor María del Divino Sacramento siempre me ha acompañado, aunque perdí sus huelles bibliográficas con el olvido del autor del poema que le dio vida, que comenzaba así:
 La hermanita Sor María del Divino sacramento/ sollozando me decía/ el diablo me puso un día/ señor, un mal pensamiento/  Decí, hermana... ¿Lo sabes, amada?
Supe con los años, por una amiga virtual de  Buenos Aires, Argentina que el autor de ese poema fue Rubén Navarro.
La última María que me impactó de por vida, como las otras, fue la bíblica María de Magdalena, la bella mujer que lavó los pies de Jesús de Nazaret y los aromatizó con suaves ungüentos.  ¡Qué acción tan piadosa y poética en quien como ella era pecadora!





viernes, 21 de diciembre de 2018

ARTISTA


 ARTISTA

   
Si en vez de mandadero, niña mía, hubiera sido pintor, habrías sido mi modelo única al plasmar en un lienzo tu belleza sublime con la Naturaleza al fondo, el río, el jardín, la luna, el sol, el mar o un cocotero.
Si en vez de obrero petrolero, niña soñada, hubiera sido escultor, habría tallado en piedra, en madera o en metal tu soberbia belleza para exponer mi obra estatuaria en los más afamados museos del mundo.
Y todos te admirarían.
Y todos los críticos de arte me alabarían.
Si en vez de policía, niña encantadora, hubiera sido orfebre, lucirías en tus delicadas orejas, en tu cuello de orgulloso cisne, en tu frente que acaricio con ternura y en tus finos dedos que han recorrido en viaje romántico cada porción de mi cuerpo, diademas, anillos, collares y zarcillos de joyas preciosas que todas las mujeres envidiarían.
Si en vez de periodista, niña mimada, hubiera sido artista musical, habría escrito para ti las canciones más hermosas que tú cantarías con tu exquisita voz.
¡Soñar es gratis, niña bella, soñemos juntos!








LUCHA


LUCHA

¡Pueblo valiente!
¡Pueblo venezolano!
¡Sigue luchando!

jueves, 20 de diciembre de 2018

ETERNIDAD


ETERNIDAD

No morirán
conmigo mis periódicos
ni mis revistas.


BOLERO


BOLERO



  Bailemos, bailemos, bailemos amada del alma, sin prisa,
sin temor de que tus pies pisen los míos,
ni que los pies míos pisen los tuyos, este bolero tan romántico.
¡Qué importa, amada, que no dominemos el arte de la danza!
Estamos solos, en  el rincón íntimo de nuestras almas.
Nadie, excepto tú yo, se reirá de nuestra torpeza en el baile.
Basta que yo sienta en mi cuerpo tu trémulo aliento.
Basta que tú sientas en tu cuerpo el fuego sublime del mío.
¡Qué dicha tan grande nos transmite el bolero impregnando a nuestros espíritus abatidos por la rutina  el exacto amor de su letra y su música!
Vayamos, amor, a nuestra playa única a compartir con las aves marinas
el néctar musical  imaginario que nos regala el bolero.
No importa que sea cursi
la letra del bolero.
Seamos banales, seamos cursis, seamos anacrónicos.
¡Qué importa!
El  bolero refleja nuestros estados de ánimo y nos reconcilia con la vida.
¡Qué importa!
Nos gusta ser cursis.
La melodía del bolero que escuchamos y bailamos torpemente
regala a nuestros espíritus la sensación exclusiva de la felicidad.
¡Disfrutemos del bolero, antes de que sus melodiosas notas se apaguen!










  Bailemos, bailemos, bailemos amada del alma, sin prisa,
sin temor de que tus pies pisen los míos,
ni que los pies míos pisen los tuyos, este bolero tan romántico.
¡Qué importa, amada, que no dominemos el arte de la danza!
Estamos solos, en  el rincón íntimo de nuestras almas.
Nadie, excepto tú yo, se reirá de nuestra torpeza en el baile.
Basta que yo sienta en mi cuerpo tu trémulo aliento.
Basta que tú sientas en tu cuerpo el fuego sublime del mío.
¡Qué dicha tan grande nos transmite el bolero impregnando a nuestros espíritus abatidos por la rutina  el exacto amor de su letra y su música!
Vayamos, amor, a nuestra playa única a compartir con las aves marinas
el néctar musical  imaginario que nos regala el bolero.
No importa que sea cursi
la letra del bolero.
Seamos banales, seamos cursis, seamos anacrónicos.
¡Qué importa!
El  bolero refleja nuestros estados de ánimo y nos reconcilia con la vida.
¡Qué importa!
Nos gusta ser cursis.
La melodía del bolero que escuchamos y bailamos torpemente
regala a nuestros espíritus la sensación exclusiva de la felicidad.
¡Disfrutemos del bolero, antes de que sus melodiosas notas se apaguen!








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