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jueves, 28 de febrero de 2019

MUERTE


MUERTE

Cuando la dama invisible, amada, venga hasta mí a cobrar la deuda que todos contraemos con ella al nacer y me conduzca al ignoto mundo del que no se regresa, no quiero que de tus vivaces ojos, brillantes cual miríadas de luces solares, brote ni siquiera una lágrima delatora de la pena, que supongo, te embargará y transmutará la alegría que permanentemente ilumina tu rostro en tristeza doliente.
Yo sé, amada, que  mi viaje a la eternidad será dentro de uno o dos milenios poéticos, que como ya te lo he dicho antes no guardan relación alguna con la temporalidad real. Y si para entonces me sigues amando, dueña mía, te ruego, con todas las fuerzas de mi alma ya envejecida por los años, que cada día, en mi modesta tumba, que sólo tú conocerás, porque carecerá de  lápida y tendrá nada más una rústica cruz de madera que tallaron tus manos, coloques una flor del camino, amarilla, blanca o roja, de esas que en abundancia produce la naturaleza para colorear y perfumar los paisajes, pero cuya vida es efímera cual la luz de los relámpagos.
Nadie más que tú, amada, deberá saber de mi viaje sin retorno hacia ese largo túnel, de penumbras en pos de la brillante luz que hay al final para entrar, vuelto espíritu, porque mi cuerpo regresó a la tierra, al maravilloso mundo celestial en el que las penas y sufrimientos terrenos son inexistentes, dado que allí sólo tienen lugar la paz, la musicalidad, lo angelical y la alegría sin límites.
¿Lo harás, amada?





ENVIDIA II


ENVIDIA II

Siento  envidia, dulce amada, del humilde carretero que todos los días, con su cargamento de flores cultivadas por él  primorosamente, vendía luces y fragancias a lindas doncellas de distantes pueblos, comarcas y ciudades y a su regreso, cansado y exhausto, siempre tenía quien lo esperara con un beso y suculenta comida que consumía vorazmente para saciar el hambre.
Siento envidia, amada deliciosa, del jardinero que es capaz de proporcionarles a las plantas el abono exacto para que produzcan  las flores de narciso, mirto, azucena, lirio, rosa, claveles y dalias más hermosas.
Siento envidia de las caudalosas y cristalinas aguas del río, amada encantadora, porque a sabiendas de que su destino será ser devorado por las fauces del mar, no deja de saciar la sed del hombre y de los animales, ni deja de cantar, ni deja de regar los sembradíos ni deja de limpiar los cuerpos de los bañistas.
¡Oh, río admirable, que tienes el valor, que yo no poseo, de enfrentar tu destino sin desatender tus faenas diarias!







miércoles, 27 de febrero de 2019

MORRAL

MORRAL
En mi morral,
raído por los años,
cargo mis penas

COMPAÑÍA


COMPAÑÍA
La triste luna,
con sus rayos de llanto,
me acompañó.

lunes, 25 de febrero de 2019

SEGUIRÉ


SEGUIRÉ

Está escrito en el invisible libro de mi vida, amada, que para llegar a la cumbre de una escabrosa montaña debo luchar, hasta lograrlo, con todos los obstáculos que encuentre, y si mil veces me resbalo y caigo desplomado al sitio de partida, descansaré brevemente y seguiré adelante, sin mirar hacia atrás.
            Y como premio a mi perseverancia,  recibiré el encanto de tu amor porque tú estarás en la cima esperándome para alabar juntos la belleza del paisaje y la cercanía engañosa  del cielo.
            Está escrito en el libro de mi vida que venceré con paciencia jobiana y sencillez franciscana a las desérticas y candentes arenas del desierto y las terribles distancias hasta llegar al oasis edénico donde estarás tú, amor, para saciar mi sed con el agua purísima de manantial, para apagar mi hambre con los dátiles que has guardado primorosamente para mí y sanar con tus caricias múltiples a mi agotado cuerpo.
            Y seguiré.
            Y seguiré venciendo retos que me hagan digno de tu amor.
            Y nos amaremos en la vida y más allá de la vida.
            Porque nuestro amor está bendecido con el don de la eternidad.






OTRO


OTRO



La magia de tu palabra, sencilla como el pétalo de una flor, el vuelo de un colibrí y la cristalina y madrugadora gota de rocío, obró en lo más íntimo de mi ser el inesperado  milagro de la transformación en otra persona, totalmente distinta a la que había sido hasta el inolvidable momento de tu llegada e incorporación por siempre, a mi vida, entonces simple y reducida a lo elemental.
Tu palabra, amada, convincente y firme como la añosa roca y el enhiesto y centenario árbol, no obró el milagro de mi conversión elevando su tonalidad para persuadirme, sino manifestándose natural y despojándose de todo cuanto perturban su particular grandiosidad y elocuencia.
Desde entonces, bondadosa hada del mundo multicolor y fascinante de mis sueños, que quisiera interminables, dejé de usar mi deslucido traje gris y mis roídas sandalias de impenitente con los cuales recorrí desconocidas rutas que me condujeron, exhausto, a aldeas, pueblos y ciudades cuyos nombres olvidé raudamente para evitar el sufrimiento de la nostalgia.
Tú, amada, dechado de virtudes propias, con tu singular sapiencia y el prodigio de tu verbo, me convertiste en otro sin que dejara de ser yo.

                      








domingo, 24 de febrero de 2019

ESPERAR


ESPERAR


Recurriré a Job, bien mío, el glorioso patriarca bíblico, para que me prodigue el don de la paciencia que haría menos dolorosa la espera, que siento infinita, de tu presencia en mi escondida covacha de ermitaño.
Ese día, que ha de llegar cuando la brújula de tu corazón te oriente hacia donde me encuentro, solitario y triste, con la única compañía de tu recuerdo, ya borroso en mi mente por la larga espera, me reconciliaré con la vida y festejaré contigo libando el exquisito vino que añejé para ti, iluminando tu cabeza con una guirnalda de bellas flores de mí jardín, amorosamente cultivado, y cantando cual niño sublimes canciones que tú escucharás embelesada de amor.






TIEMPO


TIEMPO


Tiempo: aleja hacia desconocidas galaxias la pena que me atormenta el alma para que mi amada no sepa que sufro por ella. Necesito tanto su presencia física que llena de regocijo mi corazón de poeta enamorado!
Tiempo: lleva rápidamente mis lágrimas al mar para que se confunda con sus aguas y mi amada no sepa que lloro por ella  ¡La añoro tanto!
Tiempo: Devuélvete justo al momento en que conocí a mi amada, que tanta felicidad me ha ofrendado.
Tiempo: Acelera tu paso para que más pronto regrese mi amada a llenar el vacío yacente en nuestro lecho desde hace un milenio.
Tiempo: Borra de mi rostro toda huella de sufrimiento por la ausencia de mi amada para que a su regreso la luz de lo prodigioso la deslumbre de amor.
Tiempo: Devuélveme la juventud que me robaste, sin resistencia y sin conciencia de haberla perdido, para que mi amada no vea las arrugas que me dejaste a cambio de lo sustraído, ni la melancolía que consume cada tuétano de mis huesos,  y vea en mí la lozanía que tuve hace milenios.
Tiempo: Llévate bien lejos -a otra dimensióm- mi miseria y transfórmame en un opulento personaje para complacer todos los caprichos de mi amada, por más inverosímiles que sean.
Tiempo: Hazme un poeta de florida y agradable obra para leerle a mi amada mis versos y transportarla en alas de la imaginación a exquisitos parajes y no fastidiarla más con peroratas impertinentes.





sábado, 23 de febrero de 2019

MELANCOLÍA


MELANCOLÍA


Estoy enfermo de tu ausencia, amada, y la sonrisa que de mi rostro asoma a borbotones, cual de los volcanes la lava, cual de la botella la champaña o cual de la catarata el agua indomable, no transmite alegría.
Es esta sonrisa, amada, una máscara para disfrazar mi honda pena, ese filoso puñal que lacera, inclemente, mi debilucha carne, incapaz ya de resistir un dolor que sólo la esperanza de tu regreso, después de un milenio poético, lo mitiga. Y por eso río a carcajadas en lo alto de una montaña prodigiosa e imaginaria para oír el eco de esa risa. Y regocijarme. Y sentirte a mi lado observando el paso raudo de las aves hacia sus nidos.
¡Oh, melancolía que me devora el alma! ¡Oh, melancolía compañera de mis penas que sólo tu amor cura, amada!
¿Alejarás de mi pobre alma esa melancolía que me devora lentamente con calculada perversidad?

FLORA


FLORA




¡Vámonos, amada , hasta  el pie del milenario y gigantesco árbol para disfrutar de la sinfonía que nos obsequian sus ramas cuando son besadas por la traviesa e incansable brisa!
            Ese árbol, amada, que se despoja de sus hojas durante el otoño,  luce en invierno, al ser acariciada por el agua bienhechora de la prodigiosa lluvia, un traje verde que lo rejuvenece.
            De ese árbol amistoso, amada, donde los pájaros construyen sus nidos, proviene una porción del oxígeno que nos permite respirar aire puro
            Ese árbol, amada, más viejo que tú y que yo, morirá de pie, pero sus ramas y tronco se transformarán en leña para mantener el fuego que espanta al frío y cocina los alimentos o servirán de cimiento a la vivienda.
            ¡Vámonos, amada, hacia el prado a llenar nuestros pulmones de aire, gritar a todo pulmón nuestro amor, juguetear con las multicolores mariposas e intercambiar primorosas florecilla silvestres!
            Nunca quisiera, amada, despedirme del árbol.
            Nunca quisiera, amada, decirle adiós al prado.
            ¡Vámonos, amada, hasta la selva, para oír la mágica voz de los pájaros, de los insectos y de los lejanos animales salvajes!
            Es increíble la selva, amada.


viernes, 22 de febrero de 2019

DIANA


DIANA



            El personaje Diana de la mitología griega, amada mía generosa en cariño, era la diosa de la caza, pero a la vez simbolizaba la virginidad y el nacimiento.
            Diana Palmer, esposa, al fin, después de muchos años de noviazgo, de El Fantasma, el que nunca muere, el vengador de los débiles, el caminador, el ubicuo, ha sido para mí, desde mis primeros atropellados años, un personaje inolvidable.
            Me declaro, aunque sean amores prohibidos, su enamorado eterno, al igual que de Luisa Lane, la novia de siempre de Superman, al que su coraza de hombre de fortaleza increíble le cierra las puertas de su corazón al amor.
            Cómics únicos, vida mía, que los percibo reales porque me hacen vivir aventuras.
            Personajes que nunca envejecen, como Periquita, como Mafalda, como Pepita la de Lorenzo Parachoques, como tú, como yo.
            Pero si Diana, alma mía, simboliza la belleza espiritual extrema, escrito el nombre en minúscula significa la horripilancia, que quiero borrar de mi mente, del despertar con estrepitoso ruido, al alba, de los soldados que abandonan sus dormitorios en tropel para evitar el castigo horrendo de sus superiores.
            Y es también una superficie redonda con círculos concéntricos que se utiliza como blanco en los polígonos de tiro.
            ¿Por qué,  bien mío, diana tiene esa simbología extrema de crueldad guerrera y amor sublimizado?



            El personaje Diana de la mitología griega, amada mía generosa en cariño, era la diosa de la caza, pero a la vez simbolizaba la virginidad y el nacimiento.
            Diana Palmer, esposa, al fin, después de muchos años de noviazgo, de El Fantasma, el que nunca muere, el vengador de los débiles, el caminador, el ubicuo, ha sido para mí, desde mis primeros atropellados años, un personaje inolvidable.
            Me declaro, aunque sean amores prohibidos, su enamorado eterno, al igual que de Luisa Lane, la novia de siempre de Superman, al que su coraza de hombre de fortaleza increíble le cierra las puertas de su corazón al amor.
            Cómics únicos, vida mía, que los percibo reales porque me hacen vivir aventuras.
            Personajes que nunca envejecen, como Periquita, como Mafalda, como Pepita la de Lorenzo Parachoques, como tú, como yo.
            Pero si Diana, alma mía, simboliza la belleza espiritual extrema, escrito el nombre en minúscula significa la horripilancia, que quiero borrar de mi mente, del despertar con estrepitoso ruido, al alba, de los soldados que abandonan sus dormitorios en tropel para evitar el castigo horrendo de sus superiores.
            Y es también una superficie redonda con círculos concéntricos que se utiliza como blanco en los polígonos de tiro.
            ¿Por qué,  bien mío, diana tiene esa simbología extrema de crueldad guerrera y amor sublimizado?

REINA


REINA

A Cruz Victoria

            Tú, amada, tan generosa y tan galante, no tienes un trono con súbditos que te sirvan y alfombren de pétalos exquisitos de rosas amarillas, tulipanes, narcisos, orquídeas y flores silvestres de vivos colores, el suelo que tus delicadas sandalias pisan; payasos que iluminen con sus gracias y travesuras tu rostro que tanta ternura delata y es suave como el terciopelo y terso cual la piel angelical  de una niña recién nacida y jardines de mirífica belleza, alimentados con agua de edénico manantial.
            Pero en mi prodigiosa imaginación, amada consentida de las singulares musas que cada día me reconcilian con la poesía, toda tuya, como yo y como el aire que respiro, hay un palacio de sueños que construí para ti y para nuestros diminutos y amistosos duendes.
            Allí, entre el cántico de esplendorosas, cautivantes y juguetonas avecillas disfrutamos de la música de un concierto único que purifica nuestros espíritus, fortalece nuestras vidas y nos transforma en seres felices, bien distantes de estorbosos ruidos y de terribles factores contaminantes.
            En ese palacio, amada vivificante, luz que ilumina mis tormentosos caminos, oasis de aguas cristalinas en mis desiertos de escandalosas arenas, sólo tú eres la reina y yo tu sumiso lacayo que con extraordinaria agilidad cumple tus mimosos deseos.









jueves, 21 de febrero de 2019

BOLERO


BOLERO


  Bailemos, bailemos, bailemos amada del alma, sin prisa,
sin temor de que tus pies pisen los míos,
ni que los pies míos pisen los tuyos, este bolero tan romántico.
¡Qué importa, amada, que no dominemos el arte de la danza!
Estamos solos, en  el rincón íntimo de nuestras almas.
Nadie, excepto tú yo, se reirá de nuestra torpeza en el baile.
Basta que yo sienta en mi cuerpo tu trémulo aliento.
Basta que tú sientas en tu cuerpo el fuego sublime del mío.
¡Qué dicha tan grande nos transmite el bolero impregnando a nuestros espíritus abatidos por la rutina  el exacto amor de su letra y su música!
Vayamos, amor, a nuestra playa única a compartir con las aves marinas
el néctar musical  imaginario que nos regala el bolero.
No importa que sea cursi
la letra del bolero.
Seamos banales, seamos cursis, seamos anacrónicos.
¡Qué importa!
El  bolero refleja nuestros estados de ánimo y nos reconcilia con la vida.
¡Qué importa!
Nos gusta ser cursis.
La melodía del bolero que escuchamos y bailamos torpemente
regala a nuestros espíritus la sensación exclusiva de la felicidad.
¡Disfrutemos del bolero, antes de que sus melodiosas notas se apaguen!




POBRECÍA


POBRECÍA

Manos huesudas.
y esquelético cuerpo.
Pálido rostro.
La pobrecía ambulante.

domingo, 17 de febrero de 2019

MANANTIAL


MANANTIAL


            Nunca se secará, amada, ese manantial de doble vertiente que nuestro pródigo amor hizo brotar en tu alma y en la mía, para que nos sirviera de espejo natural y único, para que viéramos reflejada en la pureza de su agua el fulgor de las estrellas y para saciar nuestra sed.
            No languidecerá  ese manantial, amada, porque su agua es prodigiosa y cada sorbo de ella, al extraerse, se multiplica con el amor que tú le transmites y con el amor que yo le transmito.
            ¡Manantial de amor que brotó de las entrañas de la tierra para sumir nuestras almas en inmenso placer!
            Manantial benigno que apaga la sed de los ariscos y preciosos pajarillos que pagan con su cántico múltiple la porción de agua que consumen para seguir siendo dueños del etéreo espacio y de verde flora.
            Manantial benévolo que das vida a las flores del jardín de mi covacha de sueños.



POETAS


POETAS
         
Los poetas, amada mía, con la divina anuencia de los dioses de todas las religiones, tenemos el privilegiado don de ser distintos a los demás mortales, porque nuestros pensamientos pueden obrar maravillas creando mundos que sólo nosotros podemos habitar y disfrutando, llevando agua a recónditos e infértiles desiertos para saciar nuestra sed y la de nuestros hermanos ermitaños que han abandonado el mundanal ruido del que habló Fray Luis de León, con el elevado fin místico de estar más cerca de Dios, y llevando alegría a aquellos lugares donde sólo hay tristeza.
         Tú, amada, eres el fruto de mi angustiada imaginación poética, sola en la multitud por incomprendida, ahíta de dialogar con quienes enardecieron adrede para no escuchar su plática, y temerosa en su covacha de sueños ante lo inescrutable.
         Nadie, que no sea yo, amo y esclavo de ti, según la ocasión, puede establecer comunicación contigo para confiarle sus cuitas y recibir el oportuno alivio a sus penas. Y ello es posible por mi condición de poeta, y como tal, taumaturgo, capaz de darle vida a lo inanimado, belleza a quien está carente de dotes estéticos, sanidad al que está enfermo de cuerpo y espíritu, alas al desolado hombre que quiere acercarse hasta el cielo para platicar con las estrellas y otras maravillas cuyo límite es la mente.


jueves, 14 de febrero de 2019

MARABAL


MARABAL
A Reynaldo Suárez
        
Yo nací, amada prodigiosa, en un pueblecito arrullado por el canto de alborotadas guacharacas, el jolgorio de las hojas de debiluchos platanales y el melodioso y rítmico correteo de su río, que se perdía entre la blanca red de la arena para aparecer, más torrencial, en otra parte, luego de recorrer un túnel acuoso que nunca conocí, por lo infranqueable y lo hermético que era.
Marabal es el nombre de ese pueblecito, ahora parroquia, amada generosa cual Yomo, el que me contaba cuentos y me espantaba los duendes en las noches de miedo, que eran cuando tronaba y relampagueaba, cual tío Vicente, que me regalaba cañas y naranjas  chinas y me fabricaba zarandas, cual la señora Sabina, que era la abuela de todos los niños marabalero, cual la señora Dorotea Frontado, que me obsequiaba mango carvá, cual Mercedes Lárez, que daba de lo poco que tenía,  y cual el señor Felipe, que me brindaba ponche en las mañanas y cariñosamente secaba mis lágrimas y acallaba mi llanto.
Andarín de mil caminos, amada tolerante de mis impertinencias, !Cómo he añorado en mi incesante trajinar por el mundo la fresca ternura de las aguas del río de mi infancia, en el que ahogué mis dolores y disfruté de inenarrables alegrías¡
 No he visto, comprensiva amada, en las mil comarcas que he visitado, ni un paisaje, ni un amanecer, ni un atardecer, ni un río como los de mi infancia distante en Marabal.
Allí, devota amada, aprendí a amar los libros llevado de la mano de Evelio Suárez, el que vivía en la hacienda de Los Ramírez y me arreglaba la vieja vitrola traída por mi padre, Guzmán, de Trinidad.
Por Evelio, fervorosa amada, que me prestó El Conde de Montecristo, Aura o las violetas, Las mil y una noches, Amalia, El Mártir del Gólgota, Los tres mosqueteros,  y María, viajé a maravillosos mundos en alfombras mágicas, supe de la prisión de Edmundo Dantés en el castillo de Iff y de su escape al morir el abate Farías, en el lienzo de muerto que lo lanzó a la libertad; conocí la tristeza literaria tras el fallecimiento de Aura y de María, me enteré de la muerte de Jesucristo, crucificado, en el cerro de El Calvario; me hice mosquetero de la corte francesa y  amé a Amalia y odié al tirano argentino Juan Manuel Rosas. Creo, tierna amada, que desde entonces, en mi distante inocencia campesina, sentí repulsa hacia los dictadores.
En la hacienda de Ramírez, amada infinita, había la única casa de balcón de Marabal, a donde iba con frecuencia, y a la que he vuelto en alas del sueño al igual que a la vieja casa donde nací, un febrero atormentado. No sé por qué, amada encantadora, esta casa se me pareció a la de Amalia, la de la novela homónima, que no está en mi biblioteca porque no la he encontrado en ninguna librería.
Allí, candorosa amada, conocí a Paola, sobrina de Evelio e hija de Reynaldo, quien para hacerme poner bravo me decía, sonriendo, que era mi novia.
Esta niña, floreciente amada, según mi patrón de belleza de la infancia, me pareció feísima. No la he visto más, dulce amada, ni tampoco a Reynaldo, pero sí a un hermano, a quien le conté, ignorando tal parentesco, esa anécdota de mis primeros años.
   
                                              












ALFONSINA


ALFONSINA




Conocí, Alfonsina, el mar donde un día
Te marchaste a buscar
Entre las  bravas aguas   poesía
a la cual encantar

En el marplatense  paisaje amado
de la América musa
Alfonsina Storni, me sentí anclado
En la tarde confusa

Al tenerte cerca y lejos de mí
Y la sal de tu viento
Besando mi cuerpo. Alfonsina, di:
¿Era tu alma o tu aliento?




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