IRREALIDAD
Sueños de gloria
que con el alba
mueren
cuando despierto.
Si nunca despertara
feliz siempre sería.
IRREALIDAD
Sueños de gloria
que con el alba
mueren
cuando despierto.
Si nunca despertara
feliz siempre sería.
GLOSA A
LA VIRGEN MARÍA
Para María Beatriz
¡Oh, María, bienhadada!
eres virgen y piadosa.
eres, mujer, milagrosa
de Jesús la madre amada.
Llena de gracia, María,
estás y por lo cual eres
bendita entre las mujeres.
Hay música y armonía
en tu excelsa bonhomía
y en tu belleza sagrada.
Hay piedad en tu mirada.
Eres símbolo de amor
y al náufrago das valor
¡Oh, María, bienhadada!
Soportaste con firmeza
el ver morir en la cruz
a quien al mundo de luz
cubrió con su gran nobleza:
Jesús, sin mostrar flaqueza
ante la muerte horrorosa
al verdugo con honrosa
valentía se enfrentó.
Tu rostro en llanto se hundió.
Eres virgen y piadosa.
Eres madre universal,
misericordia y ternura.
Simbolizas la hermosura
de la mujer ideal.
Eres aura espiritual.
Eres el signo vital
en la pradera frondosa
que disfruta tu gloriosa
llovizna que tú le ofrendas.
en las terribles calendas.
Eres, mujer, milagrosa.
El arcángel san Gabriel
te anunció, Virgen María,
que en tu vientre nacería
el redentor siempre fiel
ala confianza que en Él
por Dios fue depositada
que su palabra sagrada
en la Biblia floreciera.
Eres,
María, señera,
de Jesús la madre amada.
SILVESTRES
¡Flores silvestres!
Bellezas del camino
iluminadas
de colores variados
que obsequian al
viajante.
CUANDO…
Cuando reí,
quise llorar.
Cuando lloré,
quise reír.
Cuando hablé,
quise callar.
Cuando hablé,
quise callar.
Cuando canté,
Estaba triste.
Cuando corrí,
tenía miedo.
INGENUIDADES
¿Si en vez de lirio, o rosa, o clavel, o mirto, amada, fuera zarza,
sólo espinas o apenas hierba silvestre sin encanto, me querrías igual?
¿Si en vez de majestuosa águila, amada, o
turpial de vistoso plumaje y cántico enternecedor fuera apenas frágil colibrí,
melodioso jilguero, taciturno búho o leve mariposa de divinos colores y silente
vuelo, me querrías igual?
¿Si en vez de guerrero
invicto en mil batallas, amada, o intrépido navegante vencedor de todos los
mares, o valeroso conquistador de pueblos, aldeas y ciudades de toda la faz de
la tierra, fuera simplemente pusilánime soldado a quien asustan el ruido de los
sables, el estampido de los cañones y la presencia de la sangre, o humilde
marinero de orilla que teme adentrarse en alta mar, o asustadizo ser incapaz de
abandonar su territorio por temor a lo desconocido, me querrías igual?
Te
lo juro, amada, que si de mi voluntad única hubiera dependido la determinación
suma de cuanto sería mi vida como oficiante, muy distinto sería mi destino,
pues ninguna de las mil actividades laborales que he realizado para subsistir
guarda relación con lo que quise realmente hacer, ya que he aterrizado en ellas
cual avión sin rumbo.
Yo hubiera querido ser, por
ejemplo, carretero para hacer largos viajes en rutas asaz conocidas, seguro de
que a mi regreso tú me esperarías, amada, en la puerta de nuestra humilde
vivienda, con los brazos abiertos y una sonrisa delatadora de la felicidad
derivada de un evento, que no por
rutinario, deja de ser encantador y fascinante para ambos, que medimos la
intensidad de nuestro amor con la vara de la gratificación espiritual que nos
depara, desechando la banalidad de lo efímero material. O también, amada,
jardinero para cuidar, celosamente, ese don de las plantas florales, de todos
los colores y perfumes que la naturaleza, inmerecidamente, ofrendó al hombre,
su peor enemigo. O podría haber sido labrador para compenetrarme con la tierra
y extraer de sus entrañas el jugo de la vitalidad. O finalmente, marinero o pescador
para escudriñar la líquida ruta de los mares y conocer sus secretos.
CICATRICES
Sólo el amor
borra las cicatrices
del alma herida.
¡Amante bendecido
por bálsamo de vida!
POETAS
Los poetas,
amada mía, con la divina anuencia de los dioses de todas las religiones,
tenemos el privilegiado don de ser distintos a los demás mortales, porque
nuestros pensamientos pueden obrar maravillas creando mundos que sólo nosotros
podemos habitar y disfrutar, llevando agua a recónditos e infértiles desiertos
para saciar nuestra sed y la de nuestros hermanos ermitaños que han abandonado
el mundanal ruido del que habló Fray Luis de León, con el elevado fin místico
de estar más cerca de Dios, y plenando de alegría a aquellos lugares donde sólo hay
tristeza.
Tú,
amada, eres el fruto de mi angustiada imaginación poética, sola en la multitud
por incomprendida, ahíta de dialogar con quienes enardecieron adrede para no
escuchar su plática, y temerosa en su covacha de sueños ante lo inescrutable.
Nadie,
que no sea yo, amo y esclavo de ti, según la ocasión, puede establecer
comunicación contigo para confiarle sus cuitas y recibir el oportuno alivio a
sus penas. Y ello es posible por mi condición de poeta, y como tal, taumaturgo,
capaz de darle vida a lo inanimado, belleza a quien está carente de dotes
estéticos, sanidad al que está enfermo de cuerpo y espíritu, alas al desolado
hombre que quiere acercarse hasta el cielo para platicar con las estrellas y
otras maravillas cuyo límite es la mente.
Tus
menudos y delicados pies de princesa, amada, y los míos de labrador, rústicos y
ordinarios, bailaron incesantemente con el melodioso canto de un turpial de
ufano porte, sobre las frágiles uvas lilas y glaucas, recién cosechadas, para
extraerles el dulce y generoso zumo que transmutamos en vino bienhechor el cual
libamos, hasta embriagarnos amorosamente, como ofrenda de gratificación a la
madre tierra, por ser tan generosa; al agua, por nutrir las vides durante todo
el mirífico proceso de crecimiento, y al sol por darle la exacta maduración al
fruto, final feliz de una esperanzadora jornada agrícola meses atrás.
Inexpertos
como lo éramos, amada, en el arado de la tierra para someterla y arrancarle el
prodigioso premio vital escondido en sus entrañas, sabíamos que con tenacidad ilímite,
paciencia suprema y aprendizaje permanente podíamos domeñarla, amistarnos con
ella, para así cosechar el fruto que luego, en festivo ritual, comimos y
sorbimos golosamente hasta extasiarnos, calmadas ya nuestra sed nuestra hambre.
Esta
tierra, amada, escogida al azar para cultivar nuestras vides, no era ubérrima;
sin embargo, la amorosa dedicación que le ofrendamos hizo el milagro de la
abundante fructificación.
BASURA
¿Por qué naufragan,
en el mar de la nada,
mis locos sueños?
¿Por qué la realidad
los convierte en
basura?
IRREALIDAD
Sueños de gloria
que con el alba
mueren
cuando despierto.
Si nunca despertara
feliz siempre sería.
NATURA
Trino de pájaros,
sonidos de natura
que paz producen
al alma atormentada,
al ser inmerso en
penas.
MOLINERA
Antes, muchísimo antes, amada, de que saciaras tu sed de amor para
siempre en mi líquido manantial, que desde entonces clausuré para que sólo tú
sorbieras su agua, otras doncellas, gráciles y hermosas, sedientas también de
ese sentimiento humano que tanto enternece a quienes lo experimentan, bebieron
el vital líquido y creyéndolo un espejo vieron sus imágenes, como tú lo haces
ahora, reflejadas en su cristalino elemento.
No te miento, amada, si te
confieso con la ingenua franqueza de un niño, que entre las doncellas que amé
con singular ternura, con especial deferencia y con devoción franciscana
recuerdo nostálgicamente a la bella y cándida molinera, cuyo nombre, por considerarlo
inútil e irrelevante, jamás me preocupé en conocer. ¿Para qué, si con llamarla
simplemente molinera, molinerita o moli encantadora me sentía satisfecho y ella
respondía a mis requiebros con mimosa coquetería y copiosa galantería?
De la molinera, cuya belleza seráfica parecía
haber sido extraída de una pintura religiosa, probé el fresco y divino pan
preparado con trigo puro que ella misma cultivaba y recogía amorosamente para
mí, para luego cocer, con piadoso esmero, en el diminuto horno de arcilla fabricado
con sus manos de artista silvestre.
En el regazo de la molinera, acogedor cual un
lecho de olorosas flores o el remanso de un río de cristalinas y melodiosas
corrientes, experimenté las más extraordinarias emociones idílicas y viví la
insólita y única experiencia de la ya remota infancia y las ignotas vidas
pasadas.
Los ojos de la molinera, radiantes cual la luz
que despide el sol, fueron para mí espejos vivientes donde me extasié tantas
veces en busca de respuestas a mis incertidumbres, penas y frustraciones. Y sus
labios, bermejos como la pulpa de la granada, siempre estuvieron dispuestos a
calmar mi insaciable sed de amor. ¡Qué ingrato, amada, fui con la molinera!
De tanto deambular, bien mío, por el áspero y torturante desierto en
busca de nada, sólo por dar rienda suelta a ese afán de aventura sin sentido
que me impide ser sedentario, y no nómada demencial como lo soy, persona
común, y no Marco Polo, como me creo, sin la intrepidez del guerrero ni
sus conocimientos astronómicos para orientarme en la inmensidad de desconocidos
mares y, menos todavía, la pericia marinera que me conducirá al
destino de mis correrías, se me ha secado la mente y mis sandalias, de tanto
caminar, perdieron su capacidad de proteger mis rugosos pies, llagados por el
inclemente fuego las arenas desérticas.
Sé, bien mío, que no sanarás con esencias aromáticas las heridas
de mis pies, cual lo hiciera María Magdalena con las extremidades
inferiores de Jesucristo.
Pero sí colocará amorosamente mis pies en el recipiente de peltre
que llenarás del agua cristalina recogida con especial delicadeza del manantial
que nutre tus sueños y los míos.
Y mis pies sanarán para otra nueva alocada aventura que tus mimos no
podrán impedir por mi naturaleza nómada.
Y las neuronas de mi debilitada mente, con tus ungüentos de amor,
recobrarán sus fuerzas.
Y volveré a escribir poemas que, como siempre, sólo tú leerás, porque
son para ti únicamente y no quiero que pierdan el valor de su intimidad con una
lectoría masiva que, por sublimes, le dará el rango de favorito o por
horripilantes sólo leerán una o dos estrofas para luego quemarlos o lanzarlos
al cesto de la basura.
TIRANO
Eres, tirano,
un ser abominable.
Tu corazón,
enano cual semilla
de mostaza, es
satánico.
FASTIDIO
Ya mis palabras,
ayer cautivadoras.
a tus oídos,
plomo tienen ahora.
¡No quieres escucharlas!
MARÍA
El nombre de María, amada, tiene especial connotación
para mí, barco a la deriva, árbol debilitado por el paso de los años, flor
marchita, numen sin poeta que lo vitalice y lo libere de sus cadenas.
María, la madre del Hijo del Hombre, me asombra
por su capacidad de transmutación y apariciones, bajo diversos nombres,
en diferentes lugares de la tierra, para propagar la fe cristiana. En ella veo
reflejada a todas las madres del mundo por la fortaleza con que revistió su
grácil cuerpo para resistir el dolor del hijo muerto en la cruz.
María, idealizada por Jorge Isaacs en su inmortal
novela homónima, fue en mi candorosa infancia campesina un ser real cuyo
romance platónico con su primo Efraín me deleitó hasta el éxtasis y cuya
temprana muerte arrancó tiernas y abundantes lágrimas a mis ojos, entones
en la plenitud de su vitalidad, Yo me iba, amada, a un secreto lugar del fondo
de ni casa a leer a María y a soñar con ella, ignorante de la
importancia de la novela en la literatura romántica. Todavía, amada, María
acompaña mis sueños y la lectura de la genial obra me deleita con la misma
fuerza de mis años primeros, cuando carecía de espíritu crítico para juzgarla.
Ya conocí, amada, la hacienda El Paraíso, donde Jorge Isaacs situó el desarrollo
de la novela y quedé extasiado de tanta belleza. Estuve en la alcoba de Efraín
y en la de María y en el estudio donde éste le enseñaba a su amada y a su
hermana Emma rudimentos de historia, geografía y aritmética y les leía la
novela Atala, de René de Chautebriand.
María seguirá siendo para mí, amada, la
representación auténtica del ideal romántico llevado a extremo exponencial. Y
si es cierto que muere víctima de epilepsia, enfermedad para la época incurable
y de moda, basta releer por enésima vez el libro para imprimirle vida, ya que
tiene la prodigiosa capacidad da resurgir de entre sus páginas en cada lectura.
¡María permanece imperturbable, por su divinidad, ante el paso avasallador y
destructor del tiempo!
María, la hermanita del Divino Sacramento, candorosa
como una niña y tierna como la sinfonía que nos regala el ruiseñor, irradió de
luz mi adolescencia de lector desordenado. ¡Cómo disfruté, amada, la ingenua
reacción de Sor María ente la presencia del amor, no el divino, sino el humano,
en un mal pensamiento que atribuyó al diablo! Sor María del Divino
Sacramento siempre me ha acompañado, aunque perdí sus huellas bibliográficas
con el olvido del autor del poema que le dio vida, que comenzaba así:
La hermanita Sor María del Divino sacramento/
sollozando me decía/ el diablo me puso un día/ señor, un mal pensamiento/
Decí, hermana... ¿Lo sabes, amada?
También me
impactó de por vida, como las otras, la bíblica María de Magdalena, la bella
mujer que lavó los pies de Jesús de Nazaret y los aromatizó con suaves
ungüentos. ¡Qué acción tan piadosa y poética en quien como ella era
pecadora!
Y me
reconcilió con la vida María Auxiliadora,
la dama a quien le abrí la puerta de mi covacha de sueños, entró, y se sintió
tan a gusto en ella que decidió apoltronarse en su diminuto espacio para
hacerme compañía.
AMISTAD
A Nelys Antonia
Mi minúsculo jardín de la amistad, amada
increíble, ya casi mustio por la carencia angustiosa del agua nutricia,
amaneció con un rosal amarillo, resplandeciente cual el sol de la mañana,
gracias al rocío bucólico que vino de las agradables montañas de Tunapuy y de
la ruidosa urbe carupanera que años ha, cuando era apenas la única referencia
de ciudad conocida en mi lejana adolescencia, fue testigo muda de mis penas,
que eran muchas, y de mis alegrías, muy escasas.
¿Será este rosal, amada paciente y querendona,
tan voluble como las flores silvestres que nacían y morían en mi infancia con
la aparición del sol y la inevitable llegada de la luna y su cargamento de
duendes que sólo existían en mi mente, entonces cándida cual la sonrisa de los
niños y el canto angelical de los pajarillos ariscos que huían al acercármeles,
o durará acaso, como la siempreviva o como el río que nunca se cansa de
derramar su regalo de agua, fuente de vida?
Dime, amada, como lo has hecho en
otras situaciones de incertidumbre, qué debo hacer para que ese rosal
permanezca siempre en mi jardín ofrendándome su belleza, bendiciéndome con su
color amarillo, saludándome con su luminosa mudez y recordándome el don de la
gratitud.
-Esa rosa, amado, para que nunca
languidezca, deberá recibir agua nutricia, además del manantial nuestro, que le
sirve de espejo a los luceros, de las manos que sembraron la planta que le dio
vida.
Por mí, amada, ese regalo de la naturaleza
a mi minúsculo jardín resplandecerá por siempre, pues le prodigaré singular
cuidado al rosal que le dio vida para que sea fuerte como el roble, el
hierro o la piedra.
¿Tú me ayudarás, amada idílica, a combatir
el paso del tiempo con la ternura que le prodigaré?
¿La prodigiosa mano que plantó el rosal
tendrá la perseverancia para que esa flor nunca se marchite?
PALABRA
Creo en la palabra
que conduce a la paz, que es vida.
Creo en la
palabra que hace de los pueblos una
aldea global,
Creo en la palabra
capaz de cabalgar en las praderas de la libertad.
Creo en la palabra
que con su magia pone fin a los conflictos bélicos.
Creo en la palabra
que nutre a la humanidad de valores éticos y morales.
Bendita palabra que
rompe los muros de la incomunicación-
Prodigiosa palabra engalanada
con una hoja de laurel como símbolo de victoria.
Palabra que seduce a
los demonios de la violencia para abatirlos.
Palabra que enmudece
no ante la furia de la violencia y la lacera-
Palabra débil o
fuerte según las circunstancias.
Palabra indignada
ante la miseria humana.
Palabra furiosa ante
la destrucción de la naturaleza.
Palabra conmovida por
las fronteras que separan a los pueblos.
Palabra que convoca
al diálogo para abolir las guerras.
Palabra triste cuando
no es escuchada.
Palabra emisaria del
diálogo para evitar los conflictos bélicos.
Palabra en traje de
luz vestida como símbolo de sabiduría.
Palabra de
fraternidad universal
Palabra que no es una
prédica en el desierto.
OJOS APAGADOS
Al niño Rufo Chacón
un policía criminal
con balines
infernales
sus dos ojos apagó.
¡Qué triste está
Venezuela¡
El mundo está
conmovido.
En las montañas andinas
se oyó un grito de
impotencia:
¡Cómo se puede
atentar
contra un niño que
tan sólo
protestaba, con su madre,
por la carencia de
gas!
Dios es grande,
escribió,
una dama esperanzada,
y pronto verás el
cielo
de tu patria
escarnecida
por asesinos
cobardes,
que a todos los niños
quiere,
robar la luz de sus
ojos
para que observar no puedan
la destrucción del
país
y luchar
valientemente
contra tanta
iniquidad.
Yo, niño Rufo,
mis ya viejos ojos,
te regalaría
si posible fuera
para que a Caracas
vieras
y sus atrocidades
y contemplaras el rostro
de hiena rabioso
de quien con saña te
sumió
en el mundo de las
sombras
y la cara de monstruo
de quienes ordenaron
privarte de tus ojos.
Esa siniestra cadena
de mando
que contra el pueblo
dispara sus letales
armas
para acallar las
protestas
por los malos
servicios
de salud, gas, agua,
electricidad,
carencia de comida y
medicina.
Tú volverás, niño
Rufo,
a recobrar la luz.
Jesucristo le
devolvió la vista
al ciego de
nacimiento
con fango húmedo
sobre sus párpados.
Él obrará el milagro
con auxilio de la
ciencia médica.
Verás nuevamente las
montañas
de tu Táchira andina
y volverás a ser
un niño esperanzado
de lograr tus
objetivos
en la academia
para brindar a
Venezuela
el fruto de tu
esfuerzo.
Esos criminales que
te agredieron
son unos miserables,
engendros del diablo,
basura de la
historia,
seres inhumanos
que todos desprecian.