DERROTA
La sombra fue abatida
por el fulgor
de tus ojos de luz,
ORQUÍDEA
En tu cabeza
delicada de reina,
colocaré
una diadema orquídea
de mi jardín
poético.
MAR
Siempre,
amada, respeté la inmensidad del mar y admiré, con poética intensidad, la
belleza multiforme de sus olas, la policromía de su líquido elemento, la
ilusión óptica de cercanía a la costa con que nos engaña cuando hacemos su
travesía en barco y su aparente vecindad con el globo celeste.
No soy
hombre de mar, por ser totalmente obtuso en el conocimiento de las artes
náuticas, pero me gustaría serlo para balancearme con mi barco de diseño único
en el lomo de los caballos de todos los colores y tamaños formados por las
olas, penetrar sus entrañas para profanar el altar de sus tesoros bien
guardados y ponerle fin a mi secular pobreza material, contemplar sus corales
para deleitarme con la singular belleza roja o rosada de los poliperos
calcáreos, que pulimentados se exhiben en las joyerías, y extraer de su seno,
marchito ya por la depredación humana que todo lo destruye inmisericorde e
irresponsablemente, para saciar mi hambre, el hambre de mi familia y el hambre
de mis semejantes, el bienhechor alimento integrado por peces de todas las
especies y tamaños, moluscos, crustáceos y quelonios.
Sé
perfectamente, amada, porque así lo leí en el libro de mi vida, que nunca seré
marino ni pescador y por lo tanto no podré adentrarme en sus profundidades para
conocer sus secretos ni desafiarlo con una nave que jamás conduciré, ni
siquiera en la costa.
DINERO
Si yo tuviera
dinero en abundancia,
daría al pobre
educación, cultura
y calidad de vida.
QUÉDATE
¿Por qué te fuiste
al despertarme,
amada de la noche
pletórica de amor?
Cuando en mi sueño
visites nuevamente
mi onírica pradera,
te ruego que te
quedes..
Cuando despierte.
quiero que estés
conmigo apasionada,
desnuda, lujuriosa.
Quiero besar
todo cuerpo
y quiero que tus
labios
gusten, sensuales, el
mío.
Amor, amor,
lágrimas mías
que secarán tus
labios
carnosos cual de
fresas.
Por siempre quédate,
amor idealizado,
no quiero que te
vayas,
no quiero quedar
huérfano.
PERENNIDAD
Que no se mueran
ni la rosa ni el
mirto.
¡Quiero que vivan!
Quiero que sus luces
perennicen mi verbo.
YOMO
Esa
mano prodigiosa, amada, que plantó un rosal en mi diminuto jardín de la
amistad, también me ayudó a impedir que Yomo, ese exquisito personaje de mi
infortunada infancia que me espantaba los duendes y me contaba cuentos que
nunca vi impresos en ningún libro, permaneciera más tiempo sumergido en el
anonimato.
Esos
cuentos, amada perdurable, debieron haber sido inventados por Yomo, quien no
sabía leer ni escribir, pero tenía una imaginación que ni tú ni yo poseemos, al
final tenían una moraleja. Sí, amada, uno de ellos, según mi avejentado
recuerdo, hacía referencia a un viajero que al saciar su sed en la fuente
generosa del camino, en vez de darle gracias como hacen los aborígenes de
muchas latitudes primitivas, escupió el agua y al regreso tuvo que sorber su
saliva con el líquido elemento, ya no límpida como antes, sino asquerosa.
¿La
moraleja de este cuento? No puedes escupir hacia el cielo porque la saliva caerá
te caerá en el cuerpo. Si ensucias el
agua que sació tu sed, en vez de bendecirla como hacen los aborígenes de muchas
tribus primitivas de lejanas latitudes, tendrás que sorberla mugrosa al regreso
del viaje.
Yomo,
amada cariñosa, me enseñó una manera peculiar de contar: una, dona, tena,
catona…¿De dónde obtuvo estos conocimientos? Nunca lo supe, porque aparte de su
generosidad y amabilidad hacia mi persona y de su afición al ron blanco, que lo
sumergía en la embriaguez, nada más recuerdo de él.
Yo
creo, amada esplendorosa, que Yomo debe estar cabalgando en el cielo en un
burrito marabalero, cual lo hacía el poeta Juan Ramón Jiménez en Platero el
borriquillo moguereño que viajó con él a la eternidad.
Allí
lo encontraré, amada gentil, y volveré a escuchar sus cuentos y él escuchará
los míos.
Y en los prados del
cielo, deleitaremos a los ángeles y nos olvidaremos de duendes, de tristezas,
de penurias existenciales, de pleitos.
¿Verdad que sí, Yomo?
¿Verdad que sí, amada
ideal?
¿Verdad, amada, que ahora
Yomo cabalgará conmigo hacia la posteridad en mi obra literaria?
DINERO
Si yo tuviera
dinero en abundancia,
daría al pobre
educación, cultura
y calidad de vida.
HERENCIA
Benditos sean,
Señor, los altruistas
y los filántropos.
Ellos heredarán
tus dones celestiales.
PERENNIDAD
Si fueras flor
silvestre del camino
con el amor
¡Prodigio de la vida!
Perennidad tendrías.
PERENNIDAD
Que no se mueran
ni la rosa ni el
mirto.
¡Quiero que vivan!
Quiero que sus luces
perennicen mi verbo.