TERESA
¡Santa Teresa
del Niño Jesús! Dame
la fortaleza
para servirle a Dios
sin mezquinos
propósitos.
TERESA
¡Santa Teresa
del Niño Jesús! Dame
la fortaleza
para servirle a Dios
sin mezquinos
propósitos.
PUEDES…
Puedes llevarme,
¡Oh, parca!, en tu carruaje,
al inframundo,
de donde no hay regreso,
y nadie sabe
cómo es, si tiene sol
y sólo tú conoces.
Nada me llevo,
pues nada traje al mundo,
sólo mi llanto.
Dejo mis libros,
y los frustrados sueños
de bienhechor.
¿DÓNDE?
¿A dónde fuiste, amor,
que no te encuentro?
¡Tantos milenios juntos!
¡Tantos milenios locos!
Todo perdido.
Sueños marchitos.
Esperanzas dispersas.
Un llanto contenido.
Búsqueda inútil
entre los mirtos,
entre las amapolas
de belleza marchita.
¿En cuál galaxia
estás, amor?
¿A qué mundo te fuiste,
musa de ayer, de siempre?
QUÉDATE
¿Por qué te fuiste
al despertarme,
amada de la noche
pletórica de amor?
Cuando en mi sueño
visites nuevamente
mi onírica pradera,
te ruego que te
quedes..
Cuando despierte.
quiero que estés
conmigo apasionada,
desnuda, lujuriosa.
Quiero besar
todo cuerpo
y quiero que tus
labios
gusten, sensuales, los míos.
Amor, amor,
lágrimas mías
que secarán tus
labios
carnosos cual de
fresas.
Por siempre quédate,
amor idealizado,
no quiero que te
vayas,
no quiero quedar
huérfano.
Caricias
Con
sólo mirarte, bien mío, siento las delicadas caricias que sólo tú sabes prodigarme,
porque tu mirada es hipnótica y arrobadora, capaz de transportarme a idílicos
parajes inimaginables en la realidad por más encanto que ella tenga.
Con sólo sentir, bien mío, tus delicadas manos en mi áspera frente, cuando la
adversidad me agobia, cuando la angustia carcome cada diminuta porción de mi
ser y cuando las quemaduras de mis andarines pies, de tanto vagar en el
desierto, se hacen insufribles, todo padecimiento físico o mental desaparece y
mi cuerpo y mi alma marchan armónicamente.
Con sólo imaginarte, bien mío, aunque estés en otro hemisferio, te siento
a mi lado, en mi covacha de sueños, platicando loquedades, ofrendándome tu
cariño único y haciendo travesuras, cual si fuéramos niños de padres
amorosos y tiernos.
¡Qué sería de mí, bien mío, si no tuviera el hechizo de tu amor!
PERENNIDAD
Que no se mueran
ni la rosa ni el
mirto.
¡Quiero que vivan!
Quiero que sus luces
perennicen mi verbo.
YOMO
Esa mano prodigiosa, amada, que plantó un rosal en mi diminuto jardín de la
amistad, también me ayudó a impedir que Yomo, ese exquisito personaje de mi
infortunada infancia que me espantaba los duendes y me contaba cuentos que
nunca vi impresos en ningún libro, permaneciera más tiempo sumergido en el
anonimato.
Esos cuentos, amada perdurable, debieron haber sido inventados por Yomo, quien
no sabía leer ni escribir, pero tenía una imaginación que ni tú ni yo poseemos,
al final tenían una moraleja. Sí, amada, uno de ellos, según mi avejentado
recuerdo, hacía referencia a un viajero que al saciar su sed en la fuente
generosa del camino, en vez de darle gracias como hacen los aborígenes de
muchas latitudes primitivas, escupió el agua y al regreso tuvo que sorber su
saliva con el líquido elemento, ya no límpida como antes, sino asquerosa.
¿La moraleja de este cuento? No puedes escupir hacia el cielo
porque la saliva te caerá en el cuerpo. Si ensucias el agua que sació tu
sed, en vez de bendecirla como hacen los aborígenes de muchas tribus primitivas
de lejanas latitudes, tendrás que sorberla mugrosa al regreso del viaje.
Yomo, amada cariñosa, me enseñó una manera peculiar de contar: una, dona, tena,
catona…¿De dónde obtuvo estos conocimientos? Nunca lo supe, porque aparte de su
generosidad y amabilidad hacia mi persona y de su afición al ron blanco, que lo
sumergía en la embriaguez, nada más recuerdo de él.
Yo creo, amada esplendorosa, que Yomo debe estar cabalgando en el cielo en un
burrito marabalero, cual lo hacía el poeta Juan Ramón Jiménez en Platero el
borriquillo moguereño que viajó con él a la eternidad.
Allí lo encontraré, amada gentil, y volveré a escuchar sus cuentos y él
escuchará los míos.
Y en los prados del cielo,
deleitaremos a los ángeles y nos olvidaremos de duendes, de tristezas, de
penurias existenciales, de pleitos.
¿Verdad que sí, Yomo?
¿Verdad que sí, amada ideal?
¿Verdad, amada, que ahora Yomo
cabalgará conmigo hacia la posteridad en mi obra literaria?
IGNORANTES
¿Por qué los necios,
como los ignorantes,
sabios se creen?
Son sátrapas sin
luces,
crueles y sanguinarios.
PALABRA
Creo en la
palabra que conduce a la paz, que es vida.
Creo en la palabra que hace de los pueblos una aldea global,
Creo en la palabra capaz
de cabalgar en las praderas de la libertad.
Creo en la palabra que
con su magia pone fin a los conflictos bélicos.
Creo en la palabra que
nutre a la humanidad de valores éticos y morales.
Bendita palabra que rompe
los muros de la incomunicación-
Prodigiosa palabra
engalanada con una hoja de laurel como símbolo de victoria.
Palabra que seduce a los
demonios de la violencia para abatirlos.
Palabra que enmudece no
ante la furia de la violencia y la lacera-
Palabra
débil o fuerte según las circunstancias.
Palabra indignada ante
la miseria humana.
Palabra furiosa ante la
destrucción de la naturaleza.
Palabra conmovida por
las fronteras que separan a los pueblos.
Palabra que convoca al
diálogo para abolir las guerras.
Palabra triste cuando no
es escuchada.
Palabra emisaria del
diálogo para evitar los conflictos bélicos.
Palabra en traje de luz
vestida como símbolo de sabiduría.
Palabra de fraternidad
universal
Palabra que no es una
prédica en el desierto.
ROSAS
En mi poético jardín, nutrido con impoluta agua del rocío matinal,
sembré con mis manos ya rugosas por tanto uso, plantas de rosas amarillas, que
al abrir sus delicados botones para que
los pétalos me ofrendaran su belleza amarilla parecida a la brillantez del oro,
al trigo al vestuario floral del
araguaney, al girasol y a mi tristeza.
Rosas llevaba María a la habitación
de Efraín para embellecerla y sublimizarla de ella y rosas amarillas, rojas y
blancas poetizan la hacienda El Paraíso, escenario física de la inmortal novela
de Jorge Isaacs, que conocí, y donde sentí una sensación única de amor, paz, de
poesía.
Rosa, pero amarilla, era la flor
preferida de Juan Ramón Jiménez, el inmortal autor de “Platero y yo”. En
Moguer, ¡Oh poesía!, conocí el pesebre
de Platero y también su tumba de Fuentepiña que cada año los poetas españoles
visitan montados en borriquillos.
En otra vida quisiera ser jardinero
para sembrar rosas amarillas.
LENTITUD
A paso lento,
camino por la vida
hacia la nada.
¿Por qué hacia la
nada?
Porque busco a la
parca.
CONTENTURA
Estoy contento.
Mi vida se colma de alegría.
Ninguna sombra
perturba la belleza
idílica
de los verdes
paisajes
de Marabal, que
extasiaron
la castidad de mi
infancia.
La contentura viste
de luz cada poro
de mi cuerpo curtido
por los años.
Grito, canto, sollozo
en los prados amables
de la ingenuidad sin ilímite
que sazona cada
palabra
que pronuncio
para alabar mi
contentura.
TRIBUTOS
Flores amarillas
para Juan Ramón
Jiménez,
el poeta español cansado
de su nombre,
que viajó a la
eternidad
con Platero, su
confidente.
Flores coloradas
para Juana de
Ibarbourou,
la poeta uruguaya,
que legó al mundo
“Las lenguas de
diamante”
y “Chico Carlos”,
la obra que recrea su
infancia.
Flores del camino
para Gabriela Mistral,
la poeta chilena
que no pudo recibir
directamente
el premio “Los sonetos de la muerte”
por carecer de ropa
adecuada
y presenció la
ceremonia de la entrega
escondida en el
público.
Flores de violeta
para la exquisita
poeta uruguaya Delmira Agustini,
víctima de femicidio,
como mi amada hija Katiuska Alfonsina.
POESÍA
¡Cuán generosa,
poesía, de luz vestida, has sido conmigo, barco a la deriva, nómada
impenitente, huérfano de amor, fracasado guerrero, trovador atormentado! Tu
brillantez me hizo vencer las sombras que interrumpían mi viaje sin destino y
la oscurana que entorpecía, con su negritud de susto, el fluir exacto de las
ideas escondidas en lo más recóndito del alma. Tu dulzura de miel silvestre,
que tan copiosamente me diste cuando la amargura quiso apoltronarse en mi débil
corazón, me puso en contacto con el prodigio de la alegría y así abatí mi
tristeza milenaria. Tu gracia, poesía de encanto encinta, me trasmitió la
fuerza vital con la cual libero mi memoria, longeva ya, la creatividad que hago
navegar en el ciberespacio.
Tu don, poesía
ataviada con un primoroso traje de sueños, hizo el milagro de la ubicuidad para
estar en mi solitaria orilla y en la orilla de mi amada, sin que ella lo sepa.
Tu vigor, poesía
cargada de belleza única, con sólo presentirte, me ha insuflado fuerza para ser
dueño del tiempo y del espacio, del lucero que aparece en la noche para
acompañar a la luna en su brillantez nocturna, del camino que parece no tener
fin, de la imaginación con la que fabrico fabulosos palacios donde moran
princesas que no envejecen, fantasmas que no asustan, bufones fastidiosos y
sapos esperando el beso de la amada para convertirse en príncipes y de ti,
poesía graciosa.
LOQUEDADES
Amarnos como nos amamos, bien mío, es una locura exquisita.
¿Pero hay algo más loco que el
amor?
¡Feliz locura que nos conduce en
una alfombra mágica, fabricada con tenues y delicadas telas, hasta espacios
prodigiosos que te regresa a la niñez cercana y me regresa a la niñez biológica
remota!
Primavera y otoño en conjunción tremendamente
loca.
Distancia real vencida por las
veloces naves de la virtualidad onírica e imaginativa.
¡Estamos, bien mío, definitivamente
locos!
Locura protegida por el silencio
cómplice de los sueños.
Ese amor, bien mío, condenado a la
secretud para no derribar los endebles muros de la hipocresía, nos acompañará a
la tumba, porque solamente tú sabes de su existencia, pues lo sientes cerca
aunque nuestras orillas estén separadas por leguas de mar y tierra, y yo, que te siento más
lejana cuando estoy junto a ti porque eres una fruta prohibida para mí, que
podré ver en la planta que la produce, pero no probar, aunque esté en el
éxtasis de la locura.
Ni un mordisquito podré probar de
esa fruta tan apetitosa.
¡Bendita locura la nuestra!
TINIEBLAS
Vivo en tinieblas.
Las sombras me
perturban.
Siempre me caigo,
Y con cada caída,
HIPNOSIS
Tesoro mío,
nunca te vi desnuda,
ni disfruté
de tus sensuales
labios
el amor que
hipnotiza.
VIOLACIÓN
Señor, acaba
con la cruel
dictadura
del socialismo,
que detiene a los
niños
y viola sus derechos.
PASIÓN
Amor de siempre,
amor a la distancia,
amor efímero,
amor de mis amores,
,manantial de pasión.
FANGOS
Crucé los fangos
mugrientos del camino
sin salpicarme.
¡Y continué mi ruta
sin tregua hacia lo
ignoto!
PREGUNTA
¿A dónde vas,
lucero, cuando el sol
tu luz apaga?
¿Te resguardas, dime,
en recóndito mundo?
HABLAR
Hablar me gusta
con el perrito blanco
que me saluda,
y el perro prisionero
que liberar no puedo.
LLÉVAME
¿A dónde vas,
lucero, cuando el sol
tu luz apaga?
¿Me llevarás contigo?
¡Tengo miedo a la sombras!