ENCANTAMIENTO
Desde que te conocí,
amada, hace un milenio, quedé prendado del primor de tu rostro, iluminado de
risa, de tus delicadas manos que sostuve amorosamente entre las mías, y de tu
sabia ingenuidad de niño y de muchacha campesina.
Desde que te conocí,
amada, hace un milenio, engalané de la alegría que me ofrendaste a mi tristeza
alienante, colmé de confort los ruinosos cimientos de mi covacha y adorné de
multicolores luces las flores de mi jardín, que antes de conocerte eran mustias
y apagadas.
Desde que te conocí,
amada, hace un milenio, quedé encantado de tu porte señorial, de tu ternura, de
la frescura de tu cuerpo, de la entonación musical de tu voz, de la humedad
sensual de tus labios y del prodigio de tus ojos.
¡Oh, encantamiento
romántico, que has traído vigor a mi vida, has sembrado de esperanza mis
alocados proyectos y has alfombrado de amor la tierra que pisan tus pies y los
míos!
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