SENSACIONES
Aunque
me separe de ti, bien mío, un millón de millas o una centuria, tengo la
sensación gratificante de que estás junto a mí y de que ambos somos primavera u
otoño, luz de una misma fuente de energía y fuego de la misma estufa, de carbón
o eléctrica.
Tengo
la sensación de tu presencia, bien mío, en tu aroma, único,
que se adhiere como el agua al río, el silencio a la soledad y la sombra a la
penumbra, en cada diminuto espacio de mi covacha de sueños, en cada capullo de
rosa que se abre para mostrar su belleza íntima, en cada cántaro donde has
libado vino, en el paisaje natural que hemos disfrutado juntos y en el canto de
los pájaros al levantarse con la aurora y al acostarse con el crepúsculo.
Tengo
la sensación de tu compañía, bien mío, aunque tu orilla esté distante de la
mía, en los sueños, cuando duermo plácidamente; en los poemas que he escrito
para que solamente tú los leas y en los gratos recuerdos de la felicidad que me
has obsequiado para que la tristeza no se aloje en mí.
¡Sensaciones,
bien que me insuflan vida!
¡Sensaciones
que me alertan, bien mío, de que en ésta o en otra vida, resplandecerá nuestro
amor en mi covacha de sueños!
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