MOSAICO LÍRICO 19
RUEGO
Baja, Señor, el peso de mi cruz
que estoy cansado ya.
Pon en mi vera un poco de tu luz
que tan obscura
está.
Quiero, Señor, de tu verdad sorber
tan solo un trago puro
cuya sublimidad pueda envolver
de paz mi cuerpo impuro.
Con tu humildad, Señor, deseo
vestir tanta
arrogancia
que mi vida tiene y en el espejo veo
reflejada en
jactancia.
ELEGÍA
Caminas hoy, Juan Ramón,
hacia el etéreo sendero,
al encuentro de Platero
en su sublime mansión;
y musita una oración
el Ángelus vespertino,
el eco gris de su trino
recoge el áureo mensaje
en una esquela de encaje
que va leyendo el camino
CALMA
Con tu sapiencia magistral calmaste
mis locos extravíos
y en mi alma atormentada
penetraste
para insuflarme bríos.
Ahora que mis males has sanado,
mujer de sutil
alma,
siento mi corazón
avejentado
latir con joven calma.
Y vuelo y vuelo cual
la mariposa
en un lírico viaje
para hurtarle la alhaja más preciosa
al brillante paisaje
Y ofrendártela, amor, en gratitud
por la calma que diste
a mi desvencijada vejentud
cuando tan sabia fuiste.
EXTRAVÍOS
Mis extravíos
Duermen en tu silencio
con placidez.
Ando perdido
en la selva de tu amor.
¡No tengo brújula!
Y silencioso
disfruto del cricrí
de un loco grillo.
Salir no quiero
de tu tupida selva
Tan armoniosa.
Tan atractiva.
De misterio encantada.
En magia envuelta.
Selva bendita
cómplice necesaria
de mi locura.
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