ABRAZOS
En cada abrazo
tuyo, bien mío, todo mi cuerpo vibra de contento, cual el niño que llora
de hambre momentánea y luego de recibir la lactancia materna le regala a la
abnegada y dichosa madre su más angelical sonrisa.
En cada abrazo
tuyo, bien mío, hay sanidad para mis quebrantos, música para mi tristeza, fe
para que mi espíritu no se doblegue y fuerza para luchar, hasta lograr la
victoria, contra la adversidad.
En cada abrazo
tuyo, bien mío, siento tu cuerpo confundido con el mío, en una sola carne, como
la sentencia bíblica.
En cada abrazo
tuyo, bien mío, mi cuerpo se nutre del cariño perfecto, del paisaje natural de
tu suspiro y de tu primorosa cercanía.
¿Qué sientes,
bien mío, cuando estás entre mis brazos?
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