LUMBRE
Me introduje,
bien mío, en lo más profundo de la selva para derribar, y luego convertir en
leña, al más soberbio de los árboles de sándalo, el que perfuma al hacha que lo
hiere, para que la lumbre de nuestro artesanal fogón plenara de perfume cada
rincón de la covacha de sueños donde hemos disfrutado de inigualables momentos
de felicidad.
Y para que la
calefacción que emane de la estufa donde secamos nuestros cuerpos
empapados de agua de lluvia o tiritando del frío invernal, además del simpático
y amable calor nos perfume.
Y para que el
humo que salga de la chimenea, en vez de contaminar el aire y las
plantas, les cubra de un halo perfumado y amistoso.
Y para que el
alimento, bien mío, que prepares con tus delicadas manos, al salir del fuego,
además de tener la cocción exacta para que cuando lo comamos disfrutemos de su
ricura y exquisitez, posea ese toque de aroma silvestre.
¡Qué nunca se
apague, bien mío, de mi covacha de sueños, esa lumbre símbolo de amor, de amor
de siempre!
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