ESPERAR
Recurriré a Job, bien mío, el glorioso patriarca bíblico,
para que me prodigue el don de la paciencia que haría menos dolorosa la espera,
que siento infinita, de tu presencia en mi escondida covacha de ermitaño.
Ese día, que ha de llegar
cuando la brújula de tu corazón te oriente hacia donde me encuentro, solitario
y triste, con la única compañía de tu recuerdo, ya borroso en mi mente por la
larga espera, me reconciliaré con la vida y festejaré contigo libando el
exquisito vino que añejé para ti, iluminando tu cabeza con una guirnalda
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