FRAGANCIA
Tu
cuerpo, amada, tan suave como el terciopelo y tan terso cual la piel de un
niño, siempre, por el perfume que me obsequias, parece recién salido de nuestro
apacible y amigable manantial o de la ducha que con sus hilillos de cristalina
agua te arrancan sonoras sonrisas de felicidad.
Tú lo sabes, amada de infinita juventud, desde que
hace un milenio poético llegaste a mi vida para iluminarla, vitalizarla y
alejarla del otoño que inevitablemente llegó y transmutó en algodón el ébano de
mis cabellos. Y por ello, amada increíblemente esplendorosa, me abrazas,
jugueteas conmigo, me mimas, acercas tus labios a los míos y me gratificas con
tus cánticos dulcemente entonados, para confundirte conmigo en una sola carne y
transmitirme tu perfume.
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