PROHIBICIONES
Está prohibido, bien mío, que no nos amemos a la luz de la luna,
en el cantarín río donde tantas veces, como vine al mundo, limpié la suciedad
de mi cuerpo, lavé con sus aguas cristalinas y musicales los malos pensamientos
aposentados en mi mente para convertirlos en puros y le conté en el silencio de
mi imaginación mis proyectos inalcanzables.
Está prohibido, bien mío, que yo no doblegue con mi ímpetu de marinero la
distancia que separa tu orilla de la mía para recibir como recompensa a mi
intrepidez el bálsamo de tus besos, las caricias únicas de tus manos palpando
cada rincón de mi cuerpo y tus ojos mirándome extasiados con esa luz que
transmite mensajes románticos que solamente yo entiendo.
Está prohibido, bien mío, que tú no cruces las aguas del océano que separa
nuestras orillas para disfrutar hasta el éxtasis, al menos, una noche de lujuria,
que por esplendorosa y gratificante tú no olvidarías ni yo olvidaría.
Está prohibido, bien mío, que en esta vida tus ojos no recorran
delicadamente mi cuerpo desnudo y pletórica de sensaciones eróticas te
entregues al exquisito juego del amor hecho carne y lujuria.
Está escrito en tu libro, bien mío, y en mi libro, que en
otra vida seremos primavera perpetua en un lugar geográfico
único y yo ocuparé tu cuerpo y tu ocuparás mi cuerpo y podremos gritar
nuestro amor sin inhibiciones hipócritas.
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