ENCALLADO
Sin ninguna experticia marinera, amada, sin conocer la jerga de los
marineros, guiando cada legua ganada al mar con la tenue luz de una estrella
que a veces era arropada por la sombra caprichosa de las nubes, mi destartalada
barcaza perdió el rumbo en el océano de mis sueños y encalló en una playa
desconocida, luego que las olas que la besaban se alejaron de ella y
donde antes había agua salada, por efectos de la traviesa marea, sólo
quedó una superficie de arena en la cual quedó inmóvil la nave que me llevaría
hasta tu suave regazo para disfrutar, cual si fuera un niño, de tus caricias
únicas.
¿Cuánto tiempo tardó la marea en regresar a la orilla que había
abandonado para que mi barcaza continuara su incierto rumbo, a flote ya con el
agua huidiza?
¿Encontraré la ruta exacta que me lleve sobre la superficie marina y la
energía eólica hasta tus brazos, deseosos de sentirme entre ellos?
¿Tendrás, amada, la suficiente paciencia para esperarme sin medida del
tiempo y de mi torpeza en las artes marinas?
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