SONETILLO XXVI
¡Qué triste ha de ser la vida
De quien jamás ha sentido
De la flecha de Cupido
La dulzura de su herida!
Vive sin vivir el ser
Que nunca ha sido tentado
Por el fuego apasionado
De una preciosa mujer.
Es la vida sin amor
Un erial o un desierto
Sin oasis que calmar
Pueda la sed y su ardor
Al viajante casi muerto
Que un dátil quiere gustar.
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