AMATORIA
El amor, niña inocente,
que llevaste a mi covacha
de sueños
cuando no te esperaba ni en
el más optimista de los escenarios,
es la sal de la vida, el
alimento del espíritu, la musa
de los poetas líricos, la
compañera ideal del soñador.
Yo te enseñaré a amar,
aunque nuestros cuerpos
nunca se junten,
aunque nuestros labios,
fresas los tuyos, nuez los míos,
jamás disfruten de las
delicias angélicas de un beso,
aunque tu regazo, lecho de
exquisita blandura,
esté vedado para que su
bálsamo
mitigue mis dolores físicos
y espirituales,
y aunque el agua de tu aljibe
no calme mi sed de sediento,
ni la miel de tu amor endulce
mi amargura.
Te enseñaré, flor amarilla
del jardín de mi covacha,
que el amor no es la entrega total de los amantes
para disfrutar de de sus cuerpos.
No, hermosa huésped de mi
covacha de sueños.
El amor es una flor, del
camino o de un jardín,
que se le entrega a la persona
amada.
El amor es un poema al ser que
se ama.
El amor es cariño en grado
extremo.
Y es un canto,
un gesto amable
y una sonrisa espontánea.
¿Se puede vivir sin amor?
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