BORRÓN
Del diario de mi apesadumbrada vida, vetusto, apolillado, ¡Oh poesía tan
tarde en llegar a mi solitario recinto!, he borrado, con exquisito cuidado, todas
las vivencias que durante milenios poéticos escribí para que, equivocadamente, no
se hundieran conmigo en el inframundo cuando la parca, en su fúnebre carruaje color
muerte, llegara hasta mí a cobrar la
deuda que contraje con ella al nacer en la ya casi escombro casa de Marabal de
mis amores. Arranqué de él, ¡Oh prodigiosa poesía vestida de amor, eternitud,
belleza, ternura, encanto y sueños!, aquellos textos odiosos de negritud
rencorosa, humillante, despreciativa, doliente, amarga y desleal!
Y al hacerlo, ¡Oh radiante poesía única, élan vital! sentí tanto alivio,
tanto placer, tanta inspiración, tan calma, tanto deseo de continuar nutriendo
el diario sin palabras como ira, intolerancia, rencor, venganza, odio, crueldad
y muchas otras.