INFORTUNIO
En esta vida,
por obra del destino,
he sido clavo,
escalera para otros
INFORTUNIO
En esta vida,
por obra del destino,
he sido clavo,
escalera para otros
EPITAFIO
Con tu menuda y bien trazada letra, amada,
deberás escribir en la lápida que colocarás en mi humilde tumba de olvidado de
la fortuna material el siguiente
EPITAFIO:
-Aquí yace mi amado, el marabalero que
quiso ser poeta, radiotécnico y doctor; el que amó a Platero, el frágil y
cariñoso confidente de Juan Ramón Jiménez; a Chico Carlo, el amigo de la
infancia de Juana de Ibarbourou; al Principito que encontró Antoine de Saint
Exupery en el desierto y luego idealizó; a Selma, la eterna amante de
“Alas rotas”, de Gibran Khalil Gibran y a la poesía mirífica de Gabriela
Mistral; el que admiró a Salvador Allende y sintió repulsa por el sátrapa
Augusto Pinochet; el que galopó en los caballos de mar del poeta Francisco
Lárez Granado y el que siempre hizo lo que no programó.
INMORTALIDAD
No morirás
conmigo, poesía,
apoltronada
¡Tan a gusto!, en mi
mente
de poeta sin lauro.
Tú quedarás
en el ciberespacio,
y en el papel,
como prueba cabal
REALIDAD
La realidad,
hizo trizas
mis sueños
vestidos de
ingenuidad.
Pero seguí soñando.
Tuve sueños azules,
amarillos, verticales,
que desaparecieron al
despertar.
INFORTUNIO
En esta vida,
por obra del destino,
he sido clavo,
escalera para otros
y siervo intelectual.
DESIERTO
Es un desierto
la vida sin amor.
Es preferible
la muerte inexorable
a vivir sin su
encanto.
PETICIÓN
Dame tu luz,
lucero de la noche,
para alejar
de mi vida en
penumbra
los duendes que me
asustan.
EPITAFIO
Con tu menuda y bien trazada letra, amada,
deberás escribir en la lápida que colocarás en mi humilde tumba de olvidado de
la fortuna material el siguiente
EPITAFIO:
-Aquí yace mi amado, el marabalero que
quiso ser poeta, radiotécnico y doctor; el que amó a Platero, el frágil y
cariñoso confidente de Juan Ramón Jiménez; a Chico Carlo, el amigo de la
infancia de Juana de Ibarbourou; al Principito que encontró Antoine de Saint
Exupery en el desierto y luego idealizó; a Selma, la eterna amante de
“Alas rotas”, de Gibran Khalil Gibran y a la poesía mirífica de Gabriela
Mistral; el que admiró a Salvador Allende y sintió repulsa por el sátrapa
Augusto Pinochet; el que galopó en los caballos de mar del poeta Francisco
Lárez Granado y el que siempre hizo lo que no programó.
SEPULTURA
Para el que muere en
la guerra, bien mío –se lee en el Mahabbarata-
es lo mismo el triunfo que la victoria. Y yo escribo: Para el que muere, le da
lo mismo que lo entierren en una tumba de pobre, en un majestuoso mausoleo de gente
adinerada, noble socialmente o de héroe histórico. O bien, que sus restos sean
incinerados y lanzados al mar para que se confundan con sus aguas o en el
sagrado río Ganges. O que no lo entierren y sus despojos sean devorados por los
zamuros que siempre visten de frac, y cumplen en la tierra la misma función de
la langosta en el mar, al limpiarlo de inmundicias, para después, cuando cae en
la red del pescador, convertirse en apetitoso plato de los restaurantes cinco
estrellas.
Para el que muere,
amor, le da lo mismo que alaben su trayectoria en el mundo o que la ignoren y
la llenen de ignominia.
Para el que muere,
bien de mi vida, le es igual que coloquen en su sepultura una rosa amarilla o
roja o la cubran de abrojos.
Para el que muere,
amada mía, le es igual que coloquen en su tumba un epitafio o una rústica cruz
de madera, como la de Jesucristo, o de metal, con o sin fecha de nacimiento y
de deceso, en letra menuda o grotesca.
AMPARO
Virgen María,
madre de Jesucristo,
del mal ampárame
con tu divino manto.
Dame tu bendición.
SEGUNDOS
A Esthelarez
Un
segundo real de tu tiempo, dama de exquisito verbo, de inspiración ilÍmite, de
amor excepcional hacia la Colombia de su alma y de rostro fílmico o novelesco,
se convierte en mi angustiada y pesadumbrosa humanidad en siglos poéticos.
Un segundo real de tu tiempo, dama virtual que has alfombrado con singulares
telas de inimaginable textura el camino por donde transito para llegar pronto a
tus dominios de letras, música y mansedumbre, es la realidad poética alejada de
la temporalidad más excelsa, y tu orilla y la mía tan cercanas, que
puedo acariciar suavemente tus cabellos primorosamente conservados, mirarme en
tus ojos de espejo y sentir tus trémulos labios a la espera del beso que por
timidez no te ofrendaré, y tú, inquisidora, perturbada, puedes
observarme, muda, decepcionada, afligida porque tu imaginación te ha engañado
al no ser el galán de tus sueños.
Aún así, seguiré soñando con la dama de la Colombia del alma suya.
Aún así disfrutaré de sus segundos reales porque yo también, como ella, amo a
mi país y sufro por la adversidad que la hiere y tengo a Marabal de mis amores,
donde nací un febrero atormentado.
REALIDAD
La realidad,
hizo trizas
mis sueños
vestidos de
ingenuidad.
Pero seguí soñando.
Tuve sueños azules,
amarillos, verticales,
que desaparecieron al
despertar.
OPRESIÓN
El oprimido,
al perder el miedo y
el terror,
gritó a los cuatro
vientos:
¡Soy libre!
Y recobró las calles.
Y expresó su ira.
Y tembló el dictador.
Y vomitaron las armas
su fuego de muerte.
Y el asfaltó se tiñó
de rojo
con la sangre del
pueblo.
Y continuó la lucha
en una guerra
asimétrica:
Balas asesinas contra
pancartas,
un papagayo, voces de
protestas,
pechos como escudos.
VEN
Sólo tristeza
hallarás en mi mundo.
Ven, alma mía.
Llénalo de tus dones
prodigiosos, alegres.
KAKISTOCRACIA
Los criminales
sembradores
del kakistócrata
narcodictador
Nicolás Maduro,
no siembran flores,
ni árboles frutales,
ni plantas
medicinales.
No, los muy cobardes,
con los rostros
cubiertos
con antifaces de
muerte,
siembran terror
para cosechar miedo.
Siembran sombras
para embrutecer al
pueblo.
Siembran mentiras
para cosechar
verdades.
Siembran hambre
para cosechar
dependencia y sumisión.
Siembran drogas y
armas de guerra
para cosechar
culpables de todos los delitos
entre la disidencia
política.
Siembran escasez
para cosechar miseria
y muerte.
Siembran tormentas
para cosechar
tempestades colectivas
que dominan con
metralletas, fusiles, bombas letales y tanquetas.
Siembran
desinformación, cerrando periódicos,
Radios y televisoras
y portales digitales
para cosechar
apagones colectivos de información
para ocultar sus
crímenes de lesa humanidad.
ABSURDIDAD
Nunca seré rey
porque siento repulsa
por los monarcas
y sus bufas coronas.
Nunca seré
ni atleta ni pintor
porque carezco
de dones deportivos
y no sé de arte.
Sólo seré
guardián de tus
caprichos
y jardinero,
bien mío, en tu vergel.
ELISABET
…Y
el ángel Gabriel visitó al anciano Zacarías, profeta bíblico, para anunciar el nacimiento de Juan El
Bautista y no le creyó.
…Y
María visitó a su prima Elisabet y saltó la criatura que llevaba en el vientre.
…Y
Elisabet le dijo a María: “!Bendita tú entre las mujeres, y bendito el hijo que
darás a luz.
… …Y
por obra del Espíritu Santo nacieron Jesús, hijo de virgen, y Juan Bautista,
hijo de anciano.
…Y
ambos cumplieron en la tierra sus divinos destinos.
…Y
estando Juan bautizando en el rio Jordán vio a Jesús y exclamo. “! He aquí el
cordero que quita el pecado de los hombres!”.
…Y
Jesús recibió las aguas del bautismo de Juan, quien en su humildad se creyó
indigno de ese ritual.
…Y
Juan predicó la Santa Palabra y fue hecho descabezar por Herodes Filipo para
que Salomé, su hijastra, danzara.
…Y
Jesús el Redentor murió en la cruz por predicar la verdad y pagar el pecado de
la humanidad.
Así
está escrito en la Biblia, el libro más leído del mundo divido en dos partes,
el Viejo Testamento y Nuevo Testamento, obra que recoge el nacimiento y muerte
de Jesucristo y el testimonio de los apóstoles.
Obra,
casi toda inspirada por el Espíritu Santo, que reconforta espiritualmente y
sana las almas heridas, como la mía, como la tuya, lector, y como la de todos
los que no me leen.
PETICIÓN
Dame tu luz,
lucero de la noche,
para alejar
de mi vida en
penumbra
los duendes que me
asustan.
EPITAFIO
Con tu menuda y bien trazada letra, amada,
deberás escribir en la lápida que colocarás en mi humilde tumba de olvidado de
la fortuna material el siguiente
EPITAFIO:
-Aquí yace mi amado, el marabalero que
quiso ser poeta, radiotécnico y doctor; el que amó a Platero, el frágil y
cariñoso confidente de Juan Ramón Jiménez; a Chico Carlo, el amigo de la
infancia de Juana de Ibarbourou; al Principito que encontró Antoine de Saint
Exupery en el desierto y luego idealizó; a Selma, la eterna amante de
“Alas rotas”, de Gibran Khalil Gibran y a la poesía mirífica de Gabriela
Mistral; el que admiró a Salvador Allende y sintió repulsa por el sátrapa
Augusto Pinochet; el que galopó en los caballos de mar del poeta Francisco
Lárez Granado y el que siempre hizo lo que no programó.
KAKISTOCRACIA
Los criminales
sembradores
del kakistócrata
narcodictador
Nicolás Maduro,
no siembran flores,
ni árboles frutales,
ni plantas
medicinales.
No, los muy cobardes,
con los rostros
cubiertos
con antifaces de
muerte,
siembran terror
para cosechar miedo.
Siembran sombras
para embrutecer al
pueblo.
Siembran mentiras
para cosechar
verdades.
Siembran hambre
para cosechar
dependencia y sumisión.
Siembran drogas y
armas de guerra
para cosechar
culpables de todos los delitos
entre la disidencia
política.
Siembran escasez
para cosechar miseria
y muerte.
Siembran tormentas
para cosechar
tempestades colectivas
que dominan con
metralletas, fusiles, bombas letales y tanquetas.
Siembran
desinformación, cerrando periódicos,
Radios y televisoras
y portales digitales
para cosechar
apagones colectivos de información
para ocultar sus
crímenes de lesa humanidad.
SEPULTURA
Para el que muere en
la guerra, bien mío –se lee en el Mahabbarata-
es lo mismo el triunfo que la victoria. Y yo escribo: Para el que muere, le da
lo mismo que lo entierren en una tumba de pobre, en un majestuoso mausoleo de gente
adinerada, noble socialmente o de héroe histórico. O bien, que sus restos sean
incinerados y lanzados al mar para que se confundan con sus aguas o en el
sagrado río Ganges. O que no lo entierren y sus despojos sean devorados por los
zamuros que siempre visten de frac, y cumplen en la tierra la misma función de
la langosta en el mar, al limpiarlo de inmundicias, para después, cuando cae en
la red del pescador, convertirse en apetitoso plato de los restaurantes cinco
estrellas.
Para el que muere,
amor, le da lo mismo que alaben su trayectoria en el mundo o que la ignoren y
la llenen de ignominia.
Para el que muere,
bien de mi vida, le es igual que coloquen en su sepultura una rosa amarilla o
roja o la cubran de abrojos.
Para el que muere,
amada mía, le es igual que coloquen en su tumba un epitafio o una rústica cruz
de madera, como la de Jesucristo, o de metal, con o sin fecha de nacimiento y
de deceso, en letra menuda o grotesca.