EL SECUESTRO Y LA MUERTE.
LA PATRIA SE REBELA
LA PATRIA SE REBELA
-
-
Una nefasta mañana
en un viaje sin regreso,
como el alba que se apaga
tres niños cual tres luceros
dejaron de titilar.
Jackson era el más pequeño
doce años sin celebrar;
Kevin de tan solo trece
y John con sus diecisiete
adolescencia sonriente,
de una familia ejemplar.
-
Aquel día, noticia plana,
del 23 de febrero,
se dirigían al colegio,
en el auto de su casa
y encontraron el secuestro,
pues varios uniformados
como guardias apostados,
en aquel incierto puesto,
ya se habían planificado
cinco millones de euros.
Transcurrido mes y medio
de negociación fallida,
no consiguieron asiento
en el tren de la justicia.
-
Martes cuatro de abril, en duelo,
del dos mil seis , Venezuela
–con lágrimas y lamentos
con la bandera en las manos
y disturbios en la escuela–
solloza, pues los hermanos
fueron encontrados muertos.
-
En aquel lugar también,
en El Lechosal, desierto,
la desdicha del chofer
los niños acompañaba,
pero ahora estaba yerto.
Un buen hombre, era Miguel
que a los pequeños cuidaba
pero no pudo esa vez,
de ese último paseo
ya no pudieron volver.
-
No más intentos,
no más recreo,
no más colegios,
ya no hay luceros,
ya no hay gobierno,
sólo hay desgracias,
no hay democracia.
Ahora se escucha el lamento
de la patria que se pierde,
del futuro que se cierne,
en terrorismos siniestros
contra derechos humanos.
Venezuela está llorando.
-
©SorGalim
Milagros Hernández Chiliberti
en un viaje sin regreso,
como el alba que se apaga
tres niños cual tres luceros
dejaron de titilar.
Jackson era el más pequeño
doce años sin celebrar;
Kevin de tan solo trece
y John con sus diecisiete
adolescencia sonriente,
de una familia ejemplar.
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Aquel día, noticia plana,
del 23 de febrero,
se dirigían al colegio,
en el auto de su casa
y encontraron el secuestro,
pues varios uniformados
como guardias apostados,
en aquel incierto puesto,
ya se habían planificado
cinco millones de euros.
Transcurrido mes y medio
de negociación fallida,
no consiguieron asiento
en el tren de la justicia.
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Martes cuatro de abril, en duelo,
del dos mil seis , Venezuela
–con lágrimas y lamentos
con la bandera en las manos
y disturbios en la escuela–
solloza, pues los hermanos
fueron encontrados muertos.
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En aquel lugar también,
en El Lechosal, desierto,
la desdicha del chofer
los niños acompañaba,
pero ahora estaba yerto.
Un buen hombre, era Miguel
que a los pequeños cuidaba
pero no pudo esa vez,
de ese último paseo
ya no pudieron volver.
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No más intentos,
no más recreo,
no más colegios,
ya no hay luceros,
ya no hay gobierno,
sólo hay desgracias,
no hay democracia.
Ahora se escucha el lamento
de la patria que se pierde,
del futuro que se cierne,
en terrorismos siniestros
contra derechos humanos.
Venezuela está llorando.
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©SorGalim
Milagros Hernández Chiliberti
Ingeniera de Sueños
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