NO
Me opongo tenazmente
A que los niños de mi patria
Sean como Chávez,
El tirano que murió de maldad.
O como Ernesto “Che” Guevara,
El médico asesino sediento de
sangre.
O como Fidel Castro
Opresor inclemente del pueblo
cubano.
O como Diosdado Cabello,
Dueño del odio universal.
Ni como Rosinés Chávez,
La hija del tirano muerto
que se abanica con dólares del tesoro.
Ni como Iris Varela, jaquetona ella,
La que pidió anular la ciudadanía
A la profesora Marta Colomina.
Ni como Tarek William Saab,
El fariseo defensor del pueblo.
Ni como José Vicente Rangel,
El ladino que se olvidó de Cicerón
Deslumbrado por el poder y el oro.
Ni como Elías Jaua,
El cobarde que se encapuchaba en la UCV
Para fomentar desórdenes,
El que destruyó con tractores cañaverales
enteros
Y dijo sarcásticamente que Franklin
Brito olía a formol.
Ni como Alí Rodríguez Araque, el
comandante Fausto
Que destruyó a Pdvsa.
Ni como Rafael Ramírez, que asaltó
las arcas públicas.
Ni como María Gabriela Chávez, hija
del tirano muerto,
Que tiene dólares del tesoro público
en los bancos de Andorra.
Ni como Nicolás Maduro, que le
declaró la guerra a los venezolanos.
Ni como el miserable de Francisco
Arias Cárdenas, el
Que llamó criminal al tirano muerto
para después convertirse en su lacayo.
Ni como Jorge Rodríguez, el
psiquiatra que abjuró
De su profesión para convertirse en
corrupto.
No, esos son valores negativos.
Quiero que los niños venezolanos
tengan
la vida de Simón Bolívar como ejemplo
ciudadano.
Y la de Simón Rodríguez.
Y la de Rómulo Betancourt.
Y la de Luis Beltrán Prieto
Figueroa.
Y la de Rómulo Gallegos.
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