MENTALIZACIÓN
Para refrescar tu cuerpo, amada, ardoroso por la
calidez del clima, que había llegado a extremo insoportable, utilicé el poder
de mi mente, fuerte como el acero, el diamante y la roca, que me confió sus
milenarios secretos de longevidad, al trocar su notoria taciturnidad en
locuacidad.
Entonces, pude transformar la furiosa velocidad del
huracán en grácil y débil brisa para expulsar el sofocante calor que te hería y
reducir la caudalosa corriente del río en apacible fuente de cristalinas aguas
para que te bañaras en ellas, calmaras tu insaciable sed y te libraras de la
inquietud provocada por el quemante verano.
El poder de mi mente, que tú agigantas, amada, para
que fuera más eficaz, convirtió para ti el desierto en jardín edénico, en
ofrenda galante que llevaría el cántico de las bullangueras aves y el melodioso
rumor del agua de manantial a tus oídos para alegrarte la vida, perfumaría tu
cuerpo el aroma prodigioso de las abundantes flores y te vitalizaría la
convivencia con la naturaleza en su condición más sublime y pura.
Mi potencia mental, que utilicé para fortalecer tu
felicidad, amada, materializando tus románticos caprichos y mis deseos
innúmeros de hacerte dichosa, sin importarme los medios ni los costos,
transformó la inaccesible montaña en preciosa pradera para que correteáramos
libremente, admiráramos el cielo y su inmensidad, fabuláramos sobre lo que nos
ofrecía la naturaleza y meditáramos largamente, como dos ermitaños en la profundidad
de un desconocido desierto.
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