RETROSPECCIÓN
He hecho, bien mío, un viaje imaginario hacia lo más
recóndito de mi pasado.
Y
pocos eventos, bien mío, de esa antipática y desconcertante parte de mi vida, a
un milenio de su ocurrencia, vale la pena recordarse por las heridas tan
dolorosas que provocaron en mi debilitada carne y en mi desconocido espíritu.
Reviviré, bien mío, para ti, las diminutas
vivencias que en los constantes momentos de adversidad sirvieron de catarsis,
palabra que entonces no estaba en mi léxico, a mis sufrimientos que, sin
embargo, afloran en mis sueños como pesadillas horribles.
Y no te cuento esos episodios que quisiera arrojar
bien lejos de mi subconsciencia, para que no me sigan lacerando, porque no
quiero ver que de tus ojos broten lágrimas de tristeza sino de alegría
¿Lo único placentero de esa época que no puedo apartar
de mí?
-Los libros que leía desordenadamente, pero que me
cautivaban.
Yomo, el viejito que me espantaba los duendes de las
noches sombrías.
Agua Caliente, donde nunca vi a la ninfa que encantaba
al que la viera.
El río, donde me bañaba y jugaba con otros niños, al
día siguiente de la crecida.
La señora Sabina que me santiguaba y me consentía con
café y frutas.
El tío Vicente, que me regalaba caña y catuche.
Quisiera, bien mío, no haber pasado por esas etapas de
mi alocada vida, y comenzar desde el momento que te conocí y tú me
conociste.
Y nació el amor imposible.
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