ABÚ
Para Jhosué (Yosué por loco capricho de los padres) fui primero Abú, antecesor fonético de abuelo.
¡Sangre de mi sangre ese niño ya en la adolescencia, tremendo en la infancia!
¡Adolescente rebelde que le ha dado vigor y otro objeto a mi vida¡
¡Pintor de figuras geométricas arrancadas del vientre único de la computadora que ha domado!
¡Figuras multicolores que han ilustrado para vitalizarlas a muchos de mis poemas!
A Jhosué le he alfombrado el camino
de valores morales
para que sea útil en la adultez, y el pan que se coma,
y el pan que coma su mujer y el pan que coman sus hijos
sea producto del honesto trabajo.
A Jhosué le he alfombrado el camino
de valores democráticos
para que no se deje confiscar la libertad
por el tirano ignorante y cruel.
A Jhosué le he alfombrado el camino
de los valores de la solidaridad
para que no sea egoísta.
A Jhosué le he enseñado a ser tolerante
con quienes no piensan como él,
por que la verdad no es única sino múltiple.
A Jhosué le he enseñado
que es mejor dar que recibir
porque el que da, puede hacerlo;
y el que pide tiene necesidad.
A Jhosué le he enseñado a dar gracias,
por ver el sol todos los días,
por el favor recibido,
por la vida,
por el alimento propicio.
Y desde el 5 de mayo de 2017, mi adorado nieto comenzó a transitar por la vida con sus propios medios.
Y el éxito lo acompañará.
Pero la narcodictadura de Nicolás Maduro, al igual que a otros millones de venezolanos, lo convirtió en un número de la diáspra y se encuentra en Lima, ciudad para que tuve una beca de la OEA, que no pude utilizar, porque los estudios que iba a realizar en la Universidad Agraria La Molina los suspendieron. Así estaba escrito en el libro de mi vida que nunca he podido leer
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