ODALISCA
Gracias al prodigio de la poesía,
que se nutrió de la fuente inagotable de inspiración que es Las mil y una noches, cuya mirífica agua
de amor sorbí hasta saciar mi sed de temerario nómada, ya no serás, primorosa
odalisca, con atuendo de seda única, teñida de sensualidad celeste, púrpura,
lila, sol y alba, esclava de ningún obeso, caprichoso y ordinario sultán.
Ahora eres reina, odalisca soñada
que danzas coquetamente en el salón de baile con quien te liberó de las garras
de ese ser arrogante, perverso e insano que la magia de mis letras convirtió en
tu bufón, para que te hiciera reír y besara con zalamería tus delicados pies,
cuyas sandalias él quita con su asquerosa boca.
Llevas en tu cabeza, cubierta de
suave y frondosa cabellera negra, cual diamante más preciado, una diadema que
yo mismo construí con pétalos de mirto, de rosa amarilla, de clavel oloroso a
canela, de dalia y de gardenia que te hacen lucir más bella, más majestuosa y
más poética.
Ya eres libre, primorosa odalisca,
como la mariposa que juguetea en mi mi jardín de ensueño, que sólo tú conoces,
como las avecillas dueñas del espacio y el copo de los árboles y arbustos, como
la corriente del río que inevitablemente es devorado por el mar o como el aire
que respiras y besa tus cabellos.
Odalisca dueña de mis sueños, de mis
sentimientos, de mi tristeza que transformas en alegría.
¡Cuánta
gracia transmites, odalisca, cuando celebrando tu libertad cantas en la
bucólica montaña para oír tu eco o corres, alborozada, por la pradera que tú
disfrutas con los grillos cantarines, las mariposas rojas, amarillas,
matizadas, verdinegras, violetas y azules, las aves silvestres, los niños
juguetones y traviesos y los enamorados, que encuentran en ella un espacio
propicio para el galanteo idílico.
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