ROSAS
Creó
Dios a las rosas con tanto amor, que las bendijo con el don de la multiplicidad
del colorido y del tamaño.
Las
hizo diminutas, cual los amistosos duendes de los cuentos y Campanita, la amiga
de Peter Pan, el personaje que siempre fue niño, y que podía volar o el mundo
de El Principito, tan pequeño como un alfiler.
Y las
hizo grandes y resplandecientes, como las que me colmaron de admiración en el
pueblito ecuatoriano de Cotacachi. ¡Cuán colosales y bellas!
Pero
las más raras son las que tienen el color de la perla parecida al carbón.
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