GELIDEZ
Tus besos ígneos,
amada, cual la calidez de la lumbre que pone a punto los alimentos para ser
consumidos y la calefacción que usamos para domeñar los efectos del
invierno, alejan, amorosamente, la gelidez de mis labios expuestos al frío
desgarrador de mis caminos sin brújula y en la más absoluta soledad, mi única
compañera de viaje.
Tus manos, cautivante
amada, cual si fueran guantes de suavidad única, colocados en los míos,
eliminan, candorosamente, la frialdad y la condición de hielo que las han
endurecido, para embriagarme de tus querencia, desentumecidas ya.
Tu cuerpo, amada,
cálido como el verano que despide a la primavera y le da la bienvenida al
otoño, abrazado con el mío, friolento, en ritual amoroso, me
devuelve el calor que el inclemente invierno, con su nieve, me ha robado,
como si sintiera envidia por nuestro amor.
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