VIVENCIAS
Querencia.
Eternidad.
Idilio.
Edén sin desobediencia.
Nada perturba el canto único del ruiseñor, libre como el
viento.
Nada entraba el vuelo fugaz del colibrí que encuentra en nuestras flores, que
candorosamente cuidamos, el diminuto néctar que nutre su frágil cuerpo.
Ni una sombra impertinente sume en penumbras nuestra
covacha de sueños, siempre límpida y perfumada.
Ni ha faltado en nuestra humilde mesa de pobre el pedazo de
pan que preparas primorosamente con tus delicadas manos para saciar el hambre
cada día.
¡Vivencias nuestras que nos anclan a la vida, amor!
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