RISA
A Melania
No es tu sonrisa, bella dama, enigmática como la de La Gioconda, sino abierta
como un libro con toda la sabiduría del mundo, la puerta que conduce a la
libertad y el aljibe de la escondida covacha que me sirve de ermita para orar
al buen y poderoso Dios que rige nuestros destinos y nos premia o nos castiga
según obremos.
Esa sonrisa, bella dama, que tú generosamente obsequias a quien necesita de
ella para reconfortar su espíritu, es un espejo mágico donde se reflejan la
alegría en su nivel óptimo, el río de caudalosas aguas que, aun sabiendo que
morirá en el mar, no deja de hacer su recorrido y, si encuentra un obstáculo,
se sumerge en la arena y cumple la voluntad de Dios, o la música de los
pajarillos sobre los esbeltos árboles o encima de los diminutos arbustos.
Que nunca desaparezca de tu rostro, bella dama, esa sonrisa de vida plena, de
alegría y de cautivante poesía.
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