HUIR
¿Puede el
río, dama encantadora, por más caudalosa que sea la corriente, impedir su
inexorable muerte tragado por el mar?
¿Es posible,
dama sublime, cuya presencia enriquece de amor mi vida ermitaña, que los rayos
del sol, por más potentes que sean, se opongan a desvanecerse en el crepúsculo
de cada día para dar paso a las sombras de la noche, con sus fantasmas?
¿Se puede
huir del amor, dama soñadora como yo, para impedir que nos sumerja en el más
delicioso de los sentimientos humanos?
Mientras
más huyamos del amor, dama mía, él nos encontrará aunque nos escondamos en los
lugares más recónditos.
No huyas
del amor cuando te pretenda, ángel mío.
Es inútil
huir de ese sentimiento.
Entrégate
al amor totalmente.
No seas
arisca.
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