NADERÍAS
Tu puerta estaba abierta y entré
Porque tú me estabas esperando para gratificarme con tu amor.
Y apagué la luz
Y advino la penumbra
Con lírica complicidad.
Desordené y ordené.
Ensucié y limpié.
Rompí lo artístico y lo arreglé toscamente.
Le pregunté a quien sabía
Para que espantara de mí a los fantasmas de la ignorancia.
Preferí callar cuando nada tenía que decir para no pecar de
aburrido.
Pedí permiso para tomar lo ajeno
Y devolví lo que prestado tomé.
No me atreví a manipular el artefacto que no sabía operar.
Me alejé de las tentaciones mundanas como si fuera un monje.
Me disculpé con quien mis palabras ofendieron,
A pesar de que no fueron proferidas con la intención de ofender.
Tuve misericordia con el vencido y no lo humillé.
Crucé mares embravecidos y ríos turbulentos
Para agradarte, amor.
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